jueves, 8 de enero de 2009

EL SOL


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El Sol es el centro de nuestro sistema solar y la estrella que le da nombre, la más cercana a la Tierra y con mayor brillo aparente. Formado hace aproximadamente 4500 millones de años a partir de nubes de gas y polvo, en su interior se producen reacciones de fusión en las que los átomos de hidrógeno se transforman en helio, siendo la energía resultante la que hace posible la vida en nuestro planeta.

Así, el sol es una estrella poco relevante con respecto al universo pero dentro de nuestro sistema solar y para el planeta Tierra posee gran importancia.


Es por ello que a lo largo de la historia, el hombre, que a menudo ha buscado la razón de su existencia escudriñando el firmamento, lo ha elegido como "astro rey" y lo ha personificado en multitud de deidades. De hecho, la figura del dios cristiano y la de muchos otros dioses pertenecientes a religiones monoteistas están basadas en antiguos dioses paganos que representaban al Sol.
En la astrología el sol determina el signo bajo el que nacemos. El Sol, una gigantesca esfera formada por gases incandescentes, se mueve aproximadamente un grado al día y pasa aproximadamente un mes en cada signo.
Nuestro signo zodiacal es aquel en el que se encuentra el Sol en el momento de nuestro nacimiento.
El sol simboliza nuestro "Yo" consciente, nuestra personalidad, la esencia y la energía de la vida. El Sol da calor y luz, crea vida y orden. Como tal el Sol simboliza la autoridad, el poder, el orgullo, nobleza, la vitalidad, el yang o principio masculino, la autoconfianza.
En la carta astral el Sol suele simbolizar, además de nuestra propia personalidad y las características más relevantes de ésta, la figura paterna (al igual que en el paganismo, en el que el Sol es la representación del Dios Padre.)
En la carta astral de una mujer suele simbolizar además una figura masculina importante en su vida, tal como un padre, un marido o amante...
Es el regente natural de la casa quinta, y del signo de Leo. Rige a los niños y los hijos (especialmente al primogénito).
Un Sol bien situado en la carta astral confiere dotes de liderazgo, mientras que uno mal aspectado puede dar origen a poca vitalidad.
Rige las profesiones relacionadas con el poder, la autoridad (líderes políticos, religiosos...) y la realeza. Las partes del cuerpo que rige son el corazón, la espalda y la columna vertebral.

La mitología nos ayuda a enriquecer nuestra visión astrológica y comprender el simbolismo de la astrología.
El sol ha sido "entronizado" en casi todas las mitologías a lo largo del tiempo y el espacio físicos.
El dios griego Apolo es un gran ejemplo. Detrás de este dios encontramos muchos de los atributos de la figura de Dios Padre presente en toda mitología e incluso atributos que posteriormente el cristianismo asoció a su propio concepto de Dios. Apolo, el más exquisito y agraciado entre los dioses: bello, joven, el ideal de belleza griego. Su culto se remonta más allá de la Edad de Bronce, siendo probablemente en su origen un Dios Padre de la vida y la fertilidad.
A Apolo se le relacionaba con el Sol, la curación, las profecías, la inspiración artística (la música y la poesía). La figura de Apolo nos ayuda en gran medida a comprender lo que significa el Sol en la astrología.
En un principio Helios era el dios del Sol para los griegos, es decir, formaba parte del panteón de dioses preolímpicos,los cuales simbolizaban fuerzas y aspectos de la naturaleza y el hombre, pero sin mostrar una personalidad propia y definida como la que caracterizaba a los dioses olímpicos. Apolo asumió los atributos de Helios como dios del Sol (al igual que su hermana Artemisa hizo lo mismo con los de Selene, la Luna).
A Apolo se lo percibió como el dios más "brillante" del Olimpo, al igual que el astro que representaba. En la entrada de sus templos estaba escrito "Conócete a tí mismo", con lo cual también se establece una relación entre Apolo, el Sol, el Yo y el autoconocimiento.
Sin embargo a Apolo no era una personificación del sol físico (el cual seguía siendo llamado Helios).
Existe una conexión que, aunque no está probada es difícil de ignorar: la imagen del ónfalos (la piedra-ombligo que marcaba el supuesto "centro de la Tierra" en el templo de Apolo en Delfos) se puede observar representada por un punto en el centro de un círculo, esta imagen sería la misma que la del símbolo del Sol utilizado en astrología hoy en día (se usa desde el Renacimiento).
Tal y como Apolo "preside" la escuela de pensamiento enfocada al conocimiento interior, el Sol es una imagen de nuestra propia identidad, nuestro ego.
Para los griegos la Astrología (que era una combinación de la propia astrología con la ciencia que hoy llamamos astronomía) era un Arte. De hecho, una de las musas (figuras femeninas representantes e inspiradoras de las artes), Urania, estaba dedicada a la Astrología.

A pesar de la relevancia alcanzada por el astro rey en tiempos históricos cabe destacar que durante la prehistoria, exceptuando ciertos hallazgos ocasionales, las representaciones solares son realmente escasas, estando el arte principalmente enfocado hacia la fertilidad femenina y la caza.

La figura del Sol pasó de ser en principio una personificación o deidad de segundo orden a convertirse en una de las principales deidades o la más importante del panteón (podemos ver esta evolución si comparamos a Utu/Samash, dios del sol en la antigua mesopotamia, con el omnipotente Ra de la civilización egipcia, o al Helios griego, personificación del Sol, con el grecorromano Apolo).

En la Antigua Mesopotamia el Sol era Utu para los sumerios y Shamash para los babilonios. Dios del orden y de la ley, entregó a Hammurabi el primer código de leyes conocido de la humanidad. Se le solía representar con un disco solar de ocho puntas o mediante una figura masculina que despedía llamas.
En época posterior también tuvo como símbolo la balanza, con el cual aparece representado en la constelación que actualmente conocemos como Libra).

Una de las primeras civilizaciones en las que el Sol adquirió una importancia primordial fue el Antiguo Egipto. Ra (re), dios del Sol, era la divinidad siprema y el faraón era considerado su hijo, "sa Re" ("hijo de Ra"), al igual que el divino Horus, que también era considerado un dios solar.
Ra (Re) poseía diversos aspectos, algunos de ellos surgidos de su combinación con otras divinidades importantes como Atum o Amón (que dieron origen a los aspectos de Atum-Ra y Amón-Ra).
También recibía distintos nombres de acuerdo al momento del día, siendo Khefri (el escarabajo solar) u Horus al amanecer, Ra (Re) al mediodía y Atum al atardecer.

Los romanos, al igual que los griegos, también veneraron a Apolo como dios del Sol, aunque a partir del 62 a.C adoptaron el Mitraismo, religión de origen persa e hindú que alcanzó gran popularidad.
Mitra era considerado un dios solar y de hecho muchos de los atributos y características del dios cristiano fueron tomados de esta deidad pagana. Recibió el título (que también fue aplicado a otras divinidades como Sol o Heliogábalo) de "Deus Sol Invictus" ( "el invencible Dios Sol").
En el Mitraismo Védico Mitra es un dios solar secundario, siendo el principal dios solar Surya.

En la mitología hindú, Surya, dios del Sol, es creado con los ojos de Purusha, el hombre primigenio dotado de mil cabezas, ojos y pies que fue sacrificado por los dioses y sabios que salieron de él.
Es representado como un hombre rojo con tres ojos y cuatro brazos montado en una carroza tirada por siete yeguas blancas o una sola yegua con siete cabezas, sosteniendo lirios de agua en dos de sus manos. Con su tercera mano atrae a olos creyentes y con la cuarta los bendice.
Surya forma junto con Agni e Indra un tríada, ya que estas tres deidades realizaron u sacrificio que les hizo muy poderosos, siendo Surya la personificación del Sol, Agni el dios del fuego y el calor e Indra el dios del firmamento, aunque sus características y atributos son muy similares. Surya estaba casado con Sanjna ("Consciencia") , hija de Viswakarma (el arquitecto celestial), con la que tuvo a Vaivaswata, Yama, Yami, los gemelos Aswins y Revanta; pero según la leyenda ella era incapaz de soportar el calor y el brillo de su esposo, por lo que, poniendo a su sirvienta Chhaya ("Sombra") en su lugar se retiró al bosque a vivir como una ermitaña.
Surya, confundiendo a Chhaya con su verdadera esposa, habría engendrado tres hijos con ella: Sani, Savarni y Tapati. Durante años Surya no fue consciente del engaño, hasta el dia en que Chhaya maldijo a Yama, hija de Sanjna, quien cayó instantaneamente fulminada. Dado que, según la tradición hindú, la maldición de una madre no puede tener efectos sobre sus propios hijos, Surya se dio cuenta entonces de que aquella no era su verdadera esposa y tras descubrir el paradero de Sanjna, quien se habría transformado en yegua para evitar ser encontrada, la habría ido a buscar transformado asimismo en un caballo y la habría llevado de vuelta a casa.
Como Surya seguía sin poder soportar la intensidad de la luz que emanaba su esposo el padre de Sanjna, Viswakarma, crucificó a Surya para asi privarlo de la octava parte de sus rayos y permitir la convivencia de los esposos, aunque otras veces se explica este hecho como un misterio iniciático.

Otro dios relacionado con el Sol en la mitología hindú es Garunda, devorador de serpientes y rey de los pájaros, quien en algunas leyendas representa a los rayos del astro solar.

Para los celtas de Europa central Lugh era el dios del Sol (de ahí el nombre de la celebración de Lughnasadh, el primero de agosto, la celebración de la primera cosecha). Lugh era llamado Lleu por los galeses y Lugus por los galos.

La mitología China nos cuenta que el Sol nació del ojo izquierdo de Pangu, a partir de cuyo cuerpo fue creado el mundo. Una antigua leyenda china cuenta que al principio en los confines oriental y occidental de la Tierra había diez soles y doce lunas que se turnaban para proyectar luz sobre la Tierra.
Las lunas encarnaban el yin (principio femenino) y los soles el yang (principio masculino).
En el extremo oriental, en el Valle de la Luz, estaban los diez soles, hijos de Di Jun, Emperador de los Cielos Orientales, y su esposa Xi He, y allí los cuidaba su generosa madre.
Cerca de los confines de dicho valle había un lago a cuyas orillas crecía una morera, llamada Fusang, con un enorme tronco hueco que llegaba hasta el mismo cielo.
Todas las mañanas la madre de los dioses lavaba a sus hijos en dicho lago y a continuación el Sol al que le tocaba cruzar el cielo subía a lo alto del árbol mientras los nueve restantes le seguían desde las ramas inferiores. El sol elegido recorría el cielo montado en un carro gobernado por su propia madre y tirado por dragones, hasta que al final del día, en el extremo occidental, descendía al suelo por las ramas de otro árbol, llamado Kongsang, cubierto de flores rojas que proyectaban sobre el cielo nocturno el hermoso resplandor de las estrellas.
Sin embargo un buen dia los diez soles se levantaron al mismo tiempo, abrasando a la humanidad. Di Jun trató de detener a sus hijos pero estos no le hicieron caso, asi que éste pidió al héroe Hou Yi que los detuviese.
Sin embargo, Yi con su arco, derribó a nueve de los soles, dejando solo uno en el firmamento. Desconsolado por la muerte de sus hijos Di Jun habría despojado a Yi y su esposa de la inmortalidad que hasta entonces disfrutaban.

Para los mayas el dios del Sol era Kinich Ahau ("Rostro del Sol" o "Señor del Ojo del Sol"), quien durante la noche descencía al inframundo y, según algunas teorías, se creía que se convertía en esqueleto durante su viaje para revestirse de nuevo de carne y sangre antes de aparecer de nuevo por el horizonte.

Otra de las personificaciones del Sol era Kinich-Kakmó ("Ojo Solar Guacamayo de Fuego"), representado por el guacamayo.
El Popol Vuh, recopilación de leyendas mayas, nos cuenta que en sus orígenes, cuando el Sol todavía no era un astro su nombre era Hunahpú, uno de los dos héroes gemelos, que junto con su hermano Ixbalanqué (que subiría al firmamento transformado en la Luna) descendió al Xilbabá (inframundo) y derrotó a los Ajawab para vengar a sus antepasados.

Para los aztecas, que según algunas fuentes se consideraban a ellos mismo el "pueblo del Sol" (ya que sus sacrificios estaban enfocados a alimentar la existencia de los dioses y principalmente del astro rey) exitían cuatro etapas históricas (los Cinco Soles) cada una de ellas presidida por un dios diferente que a su vez destruyó el Sol de un modo distinto.

El primer Sol, Ocelatonatiuh, el "Sol del Jaguar" fue creado por Tezcatlipoca, el dios de la Tierra; durante esta época en la tierra habitaban los gigantes que crearon a los dioses, pero todos fueron destruídos por los jaguares y el Sol fue devorado por el jaguar de la sabiduría.

El segundo Sol, Ehecatonatiuh, el "Sol de Viento", fue creado por Quetzacoalt, la serpiente emplumada; los hombres de esta era fueron destruídos por fuertes vientos, que también se llevaron el Sol. A fin de protegerlos los dioses convirtieron a los hombres en monos.

El tercer Sol, Quiauhtonatiuh, el "Sol de la Lluvia de Fuego", fue creado por Tlaloc, el dios del fuego, pero tanto el Sol como los hombres de esta era fueron destruídos por una lluvia de lava y fuego, de la que algunos se salvaron gracias a que los dioses decidieron convertir a los humanos en aves.

El cuerto Sol, Atonatiuh, fue creado por Chalchiuatlique, pero desapareció tras fuertes tormentas que ahogaron también a los hombres, a los cuales los dioses decidieron transformar esta vez en peces.

Estas cuatro eras solares se han asociado a menudo con los cuatro elementos (tierra, aire, fuego y agua).

Tras la desaparición del cuarto Sol según algunas leyendas los dioses se reunieron y decidieron que uno de ellos debía sacrificarse para crear un nuevo astro solar que iluminase la Tierra, pero el dios elegido dudó a la hora inmolarse en la hoguera, de modo que el más insignificante de los dioses lo hizo en su lugar, tras lo cual el dios elegido, lleno de rabia y verguenza, se lanzó tras él al fuego y se convirtió en la Luna.

El Quinto Sol, Tonatiuh "El Sol del Movimiento", tenía garras y se alimentaba de corazones humanos, siendo el que corresponde a nuestra era actual.

También el dios Huitzilopochtli,patrón de Tenochtitlán, era para los aztecas, el dios del sol y la guerra.
Cuenta una leyenda que su madre era Coatlicue, la Madre Tierra, que lo engendró cuando una bola de plumas le cayó encima.
Pensando que su madre había quedado embarazada de una manera deshonrosa su hija Coyolxauhqui y sus otros 400 vástagos trataron de asesinarla, pero justo en el momento en que iban a darle muerte nació Huitzilopochtli, completamente armado, quien defendió a su madre y dio muerte a muchos de sus hermanos, a los cuales lanzó al cielo convirtiéndolos en estrellas. También lanzó la cabeza de su hermana Coyolxauhqui al cielo, y esta se convirtió en la Luna.

Inti era el dios del Sol en la mitología de los incas y su hermana y esposa era Mama Kilya, la diosa Luna.

Para los Fon (Benin y Togo) de África el dios del Sol era Liza, hermano gemelo de la Luna, Mawu, y también su amante.
Juntos crearon el universo; pero en una leyenda de los San de África se nos cuenta que el Sol vivía en la Tierra, entre los bosquimanos, siendo uno más de ellos, con la particularidad de que cuando levantaba los brazos de sus axilas salía una luz muy brillante.
Cuando bajaba los brazos la Tierra se sumía en la oscuridad, de modo que una anciana ideó y enseñó a sus nietos la manera en que tenían que sorprender al Sol y lanzarlo al cielo para que todos se pudiesen beneficiar de su luz.


En casi todas las culturas el sol estaba representado por un dios y/o asociado a lo masculino, al igual que la Luna ha estado casi siempre asociada al principio femenino.
Sin embargo existen otras culruras donde el Sol era una diosa o era concebido como "femenino". En la mitología nórdica por ejemplo el Sol era una deidad femenina, una "disir" (númenes de la Naturaleza). En su trayecto diario por la bóveda celeste estaba huyendo permanentemente de un lobo que la perseguía (Skoll = perfidia), el cual termina devorando el astro solar en el Ragnarök (el apocalipsis de la tradición nórdica, "el ocaso de los dioses").

En la mitología japonesa sintoista también encontramos a una diosa del sol, Amaterasu, que significa "la Gran Diosa del Mediodía". Fue creada por Iznagi (saliendo de su ojo izquierdo cuando éste se lo estaba lavando), mientras que del derecho salió Tsukiyomi, el dios de la Luna.

También es femenina la figura del Sol en la mitología Inuit (Groenlandia). Malina es la diosa del Sol y Anningan su hermano, el dios de la Luna.
Cuenta la leyenda que en un principio vivían juntos; un día empezaron a pelearse y Malina ensució la cara de su hermano con grasa sucia y negra. Anningan se enfadó y comenzó a perseguirla mientras Malina corría hacia el cielo y se convertía en el Sol. Anningan pasó a convertirse en la Luna y desde entonces la persigue eternamente por el firmamento. A menudo olvida comer, por lo que se va poniendo muy flaco a medida que pasan los días.




Signo que rige: Leo.
Casa que rige: Quinta.
Signo de Detrimento: Acuario.
Signo de Exaltación: Aries.
Signo de Caída: Libra.
Principio: masculino-activo.
Elemento: Fuego
Simbolismo: Voluntad, vitalidad y poder personal. La personalidad o ego. Cualidades de liderazgo y autoridad.
Significado : El propósito y la dirección de la persona en la vida. Provee al individuo con un tipo particular de experiencia (signo) para descubrir su verdadera naturaleza.
Significado Cíclico: el Sol es la fuente de toda la luz de vida sostenida dentro del sistema solar.
Órganos que rige: corazón, espalda y columna vertebral.
Palabras Clave: Vitalidad, creatividad, nobleza, realeza, ego, orgullo, oro, corazón, egocentrismo, autoestima, valor, fuerza, liderazgo, autoridad, voluntad, poder, padre.
Profesiones: Todas las que impliquen poder y autoridad; líderes, reyes, regentes, alta aristocracia y autoridades públicas; también todas las de carácter heroico.
Minerales: Crisólito, diamante, jacinto, rubí, oro.
Plantas: Alsina, Angélica, Atanasia, Azafrán, Balsamina, Berza común, Canela, Cardomomo, Cebada, Cebolla, Celedonia, Cereza, Ciclamino, Coliflor, Corregüela, Crisantemo, Genciana, Heliotropo, Laurel, Lavanda, Loto, Mejorana, Naranjo, Palmera, Ranúncula, Romero, Salvia, Sándalo rojo, Tomillo, Trigo, Vellorita y cereales en general.
Árbol: Roble.
Animales: León, águila, halcón y gallo.
Colores: Amarillo, dorado y purpúreo.
Números: 1 y 4.
Días: El domingo.

Image by Jessica Galbreth (http://www.enchanted-art.com/)

jueves, 1 de enero de 2009

EL MITO PELASGO DE LA CREACIÓN

  Artwork © Jonathon Earl Bowser - www.JonathonArt.com

 

En el principio Eurínome, la Diosa de Todas las Cosas, surgió desnuda del Caos, pero no encontró nada sólido en qué apoyar los pies y, en consecuencia, separó el mar del firmamento y danzó solitaria sobre sus olas. Danzó hacia el sur y el viento puesto en movimiento tras ella pareció algo nuevo y aparte con que poder empezar una obra de creación. Se dio la vuelta y se apoderó de ese viento norte, lo frotó entre sus manos y he aquí que surgió la gran serpiente Ofión. Eurínome bailó para calentarse, cada vez más agitadamente, hasta que Ofión se sintió lujurioso, se enroscó alrededor de los miembros divinos y se ayuntó con la diosa. Ahora bien, el Viento Norte, llamado también Bóreas, fertiliza; por ello las yeguas vuelven con frecuencia sus cuartos traseros al viento y paren potros sin ayuda de un semental.
Así fue como Eurínome quedó encinta.
Luego asumió la forma de una paloma aclocada en las olas, y a su debido tiempo puso el Huevo Universal. A petición suya Ofión se enroscó siete veces alrededor de ese huevo, hasta que se empolló y dividió en dos. De él salieron todas las cosas que existen, sus hijos: el sol, la luna, los planetas, las estrellas, la tierra con sus montañas y ríos, sus árboles, hierbas y criaturas vivientes.
Eurínome y Ofión establecieron su residencia en el monte Olimpo, donde él irritó a la diosa pretendiendo ser el autor del Universo. Inmediatamente ella se golpeó en la cabeza con el talón le arrancó los dientes de un puntapié y lo desterró a las oscuras cavernas situadas bajo la tierra
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A continuación la diosa creó las siete potencias planetarias y puso una Titánide y un Titán en cada una: Thía e Hiperion para el Sol; Febe y Atlante para la Luna; Dione y Cno para el planeta Marte; Metis y Ceo para el planeta Mercurio: Temis y Eurimedonte para el planeta Júpiter; Tetis y Océano para Venus: Rea y Crono para el planeta Saturno
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 Pero el primer hombre fue Pelasgo, progenitor de los pelasgos; surgió del suelo de Arcadia, seguido de algunos otros, a los que enseñó a construir chozas, alimentarse de bellotas y coser túnicas de piel de cerdo como las que la gente pobre lleva todavía en Eubea y FócidaEn este sistema religioso arcaico no había hasta entonces dioses ni sacerdotes sino solamente una diosa universal y sus sacerdotisas, pues la mujer constituía el sexo dominante y el hombre era su víctima asustada. No se honraba la paternidad y se atribuía la concepción al viento, la ingestión de habichuelas o a la deglución accidental de un insecto; la herencia era matrilineal y a las culebras se las consideraba encarnaciones de los muertos. Eurínome («amplio vagabundeo») era el título de la diosa como la luna visible; su nombre sumerio era Iahu («paloma eminente»), título que más tarde pasó a Jehová como el Creador. Fue en forma de paloma como Marduk la dividió simbólicamente en dos en el Festival de Primavera babilónico, cuando inauguró el nuevo orden mundial.

Ofión, o Bóreas, es la serpiente demiurgo del mito hebreo y egipcio; en el arte mediterráneo primitivo se muestra constantemente a la Diosa en su compañía. Los pelasgos nacidos de la tierra, cuya pretensión parece haber sido que habían brotado de los dientes de Ofión. eran originariamente, quizás, el pueblo de los «géneros pintados» neolítico; llegaron a la tierra firme de Grecia desde Palestina alrededor de 3500 a. de C.. y los primeros helenos —inmigrantes del Asia Menor que habían pasado por las Cicladas— los encontraron ocupando el Peloponeso setecientos años después. Pero el nombre de «pelasgos» llego a aplicarse vagamente a todos los habitantes pre-helénicos de Grecia. Así Eurípides (citado por Estrabón v.2.4.) cuenta que los pelasgos adoptaron el nombre de «danaides» a la llegada a Argos de Dánao y sus cincuenta hijas (véase 60.f). Las censuras de su conducta licenciosa (Herodoto: vi. 137) se refieren probablemente a la costumbre pre-helénica de las orgías eróticas. Estrabón dice en el mismo pasaje que a los que vivían cerca de Atenas se los llamaba Pelargi («cigüeñas»): quizás esa era su ave totémica.

Los Titanes («señores») y las Titánides tenían sus equivalentes en la astrología babilonia y palestina primitiva, en la que eran deidades que regían los siete días de la semana planetaria sagrada; y pueden haber sido introducidas por los cananeos o hititas, colonia que se estableció en el Istmo de Corinto a comienzos del segundo milenio a. de C. (véase 67.2), o también por los heladas primitivos. Pero cuando el culto de los Titanes fue abolido en Grecia y la semana de siete días dejó de figurar en el calendario oficial, su número fue citado como doce por algunos autores, probablemente para hacer que correspondieran con los signos del zodíaco. Hesíodo, Apolodoro, Estéfano de Bizancio, Pausanias y otros dan listas contradictorias de sus nombres. En el mito babilonio los gobernantes planetarios de la semana, a saber, Samas, Sin, Nergal, Bel, Beltis y Ninib, eran todos varones, excepto Beltis, la diosa del amor; pero en la semana germana, que los celtas habían tomado del Mediterráneo oriental, el Domingo, el Martes y el Viernes eran gobernados por Titánides, en lugar de Titanes. A juzgar por el carácter divino de las parejas de hijos e hijas de Éolo (véase 43.4), y el mito de Níobe (véase 77.1), se decidió, cuando el sistema llegó por primera vez a la Grecia pre-helénica desde Palestina, emparejar a una Titánide con cada Titán, como medio de salvaguardar los intereses de la diosa. Pero antes de que pasara mucho tiempo los catorce quedaron reducidos a una compañía mixta de siete. Las potencias planetarias eran las siguientes: el Sol para la iluminación, la Luna para el encantamiento. Marte para el crecimiento, Mercurio para la sabiduría, Júpiter para la ley. Venus para el amor. Saturno para la paz. Los astrólogos griegos clásicos, de acuerdo con los babilonios, adjudican los planetas a Helio, Selene, Ares, Hermes (o Apolo), Zeus, Afrodita y Crono, cuyos equivalentes latinos, citados anteriormente, todavía dan el nombre a las semanas francesa, italiana y española.

Al final, míticamente hablando, Zeus devoró a los Titanes, incluyendo su propio ser anterior, puesto que los judíos de Jerusalén adoraban a un Dios transcendente, compuesto por todas las potencias planetarias de la semana, teoría simbolizada en el candelabro de siete brazos y en los Siete Pilares de la Sabiduría. Los siete pilares planetarios elevados cerca de la Tumba del Caballo en Esparta estaban, según Pausanias (iii.20.9), adornados a la manera antigua, y quizá tenían relación con los ritos egipcios introducidos por los pelasgos (Herodoto: ii.57). Si los judíos tomaron la teoría de los egipcios, o al contrario, no se sabe con seguridad; pero el llamado Zeus Heliopolitano, del que trata A. B. Cook en su Zeus (i.570-76), era de carácter egipcio y llevaba bustos de las siete potencias planetarias como ornamentos frontales en su cuerpo y, habitualmente, también bustos de los restantes olímpicos como ornamentos traseros. Una estatuilla en bronce de este dios se encontró en Tortosa, España; otra, en Biblos, Fenicia; y una estela de mármol de Marsella muestra seis bustos planetarios y una figura de cuerpo entero de Hermes —a quien se da también la mayor prominencia en las estatuillas—, probablemente como el inventor de la astronomía. En Roma, Quinto Valerio Sorano pretendía igualmente que Júpiter era un dios transcendente, aunque allí no se observaba la semana como en Marsella, Biblos y (probablemente) en Tortosa. Pero a las potencias planetarias nunca se les permitió influir en el culto olímpico oficial, pues se las consideraba no griegas (Herodoto: i.131), y por lo tanto antipatrióticas: Aristófanes (La paz, 403 y ss.) hace decir a Trigeo que la Luna y «ese viejo bellaco, el Sol» preparan una conspiración para entregar Grecia a los persas.

La afirmación de Pausanias de que Pelasgo fue el primer hombre testimonia la continuación de una cultura neolítica en Arcadia hasta la época clásica.


  
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Fuente : "Los Mitos Griegos" Robert Graves.