viernes, 30 de octubre de 2009

LAS DESVENTURAS DE IO


  Io era una princesa argiva y sacerdotisa de Hera, según la versión más extendida hija de Ínaco (Ίναχος, Inakhos, dios fluvial que personificaba al rio del mismo nombre, considerado uno de los oceánides ) y de la hermana de éste, la ninfa Melia (las melias eran ninfas de los fresnos), aunque otras versiones la hacen hija de Yaso o Iaso, rey de Argos.

Ío tuvo la mala fortuna de, como muchas otras mortales, despertar la lujuria de Zeus, lo cual conllevaba también los terribles celos de su divina esposa Hera.
Zeus se le presentaba en sueños incitándola a que le entregara su virginidad en el lago de Lerna: «Oh virgen de Júpiter digna y que feliz con tu lecho, ignoro a quién has de hacer, busca» (Ovidio)
La joven contó estos sueños a su padre, quien fue a consultar al oráculo. Éste le aconsejó que expulsara a Ío de su casa o la desgracia caería sobre su familia y Zeus aniquilaría con su rayo a toda su estirpe.
Ínaco obedeció , pero al poco tiempo, arrepentido, envió a Cirno y posteriormente a Lirco para que la buscasen, sin embargo ninguno de los dos la halló y ambos se instalaron en Caria, temerosos de regresar sin haber cumplido su misión.

Mientras, Ío había sido ya seducida por Zeus en los campos de Lerna, y se había entregado a él.
Pero fueron sorprendidos por Hera y Zeus, para proteger a la muchacha la convirtió en una ternera.
Sin embargo Hera no cayó en la trampa y sospechando de la ternera, encargó a Argos Panoptes, el gigante de cien ojos, que la custodiara. Éste era un efectivo guardían pues solo algunos de sus ojos dormían en cada momento, habiendo siempre más de ellos despiertos.

Zeus encargó entonces a Hermes, el mensajero de los dioses, que rescatase a la joven.
Zeus lo guió transformado en pájaro hasta el árbol donde Argos la tenía atada y allí, transformado en pastor Hermes durmió completamente al monstruo con ayuda de su flauta y después lo mató con una piedra afilada.

Posteriormente Hera inmortalizó los cien ojos de su fiel servidor en la cola del pavo real, uno de sus pájaros favoritos y el cual le estaba consagrado.
Enfadada, envió un tábano para que atormentase a la pobre Ío, aun transformada en vaca. Éste la picaba sin cesar, por lo cual ella salió corriendo sin rumbo fijo.
Así, atravesó las agua del mar Jónico, que recibió de ella su nombre (Ionikos en griego) , recorrió Iliria, Tracia y el Caúcaso, donde se topó con Prometeo, quien le profetizó su destino. Tras pasar por África llegó a Egipto.

Allí finalmente encontró descanso y fue devuelta a su forma humana por las caricias de Zeus. De su unión nació Épafo, a las orillas del Nilo.

Pero Hera aún no había aplacado su ira y envió a los curetes (divinidades que había ayudado a ocultar a Zeus de su padre Crnos tras su nacimiento bailando y haciendo ruído a la entrada de la cueva donde Gea lo tenía escondido para que Cronos no sintiese sus llantos) a raptar al recién nacido, cosa que estos cumplieron, pero que les costó la muerte a manos del propio Zeus.

Ío partió entonces en una larga peregrinación en busca de su hijo, a quien finalmente encontró en Siria, donde lo amamantaba Atarté o Saosis, esposa del rey Melcandro de Biblos.

De regreso a Egipto Ío se desposó con el rey Telégono y de este modo su hijo Épafo llegó a heredar la corona de Egipto
convirtiéndose según la leyenda en fundador de la ciudad de Menfis y ancestro común de los libios, los etíopes, y de gran parte de los reinos griegos.
Ío construyó una estatua de la diosa Démeter, que en Egipto se asociaba con Isis. Fue deificada y con el tiempo se la asoció a la propia Isis, a la Asterté fenicia y a la propia Deméter.
Se le atribuía un gran conocimiento de las hierbas medicinales, incluida la de la inmortalidad, y se la asociaba con la Luna y los atributos de la vaca (los mismos que los de la egipcia Isis y la diosa-vaca Hat-hôr).

El nombre de Ío fue inmortalizado astronómicamente en 1610 como una de las lunas de Júpiter (Zeus).

domingo, 25 de octubre de 2009

LA MAGIA DE LOS COLORES

Los colores nos transmiten energías que nos afectan de diferentes maneras.
En la magia el uso de los diferentes colores ha sido siempre de especial importancia.
Los colores que utilizamos en nuestrios rituales, en las velas, nuestra ropa o nuestros amuletos nos ayudan a canalizar la energía hacia el objetivo deseado.

BLANCO- Es el color de la Pureza, la Inocencia, los Comienzos o Inicios, la Limpieza, la Simplicidad...Posee connotaciones positivas. Se asocia a la Luna Creciente, es el color de la Doncella.

AMARILLO- El amarillo representa la luz del sol, y por tanto la Alegría, la Vivacidad, la Inteligencia, la Espontaneidad.
El amarillo estimula las energías y la actividad mental

NARANJA- Energía, Entusiasmo, Ánimo, Estímulo, Creatividad, Vigor.

DORADO- Realeza, Riqueza, Sabiduría, Longevidad, el Dios Padre.

ROJO- Pasión, Agresividad, Peligro, Ímpetu, Fuerza, Energía, Deseo, Amor, Plenitud, Erotismo, Valor, Coraje, Fuerza de voluntad.
Es también uno de los colores asociados a la triple diosa en su faceta de Madre (Luna Llena)
Mejora el metabolismo, aumenta el ritmo respiratorio y eleva la presión sanguínea.

ROSA- Sensibilidad, Dulzura, Amor, Romance, Amistad. Representa también la femineidad.

MARRÓN- Estabilidad, Equilibrio, Prosperidad. Es el color de la Tierra.

PÚRPURA- Realeza, Nobleza, Espiritualidad, Magia, Misterio, Sabiduría, Creatividad.
Junto con el negro es el color de la Hechicera, uno de los aspectos de la Diosa (Luna Nueva)

AZUL- Tranquilidad, Relajación, Profundidad, Equilibrio, Sabiduría, Salud, Curación.
Retarda el metabolismo y produce un efecto relajante. Supresor del apetito.

VERDE- Es el color de la Madre Naturaleza. Armonía, Fertilidad, Prosperidad, Crecimiento, Exhuberancia, Seguridad, Curación.
Es el color más relajante para el ojo humano.

NEGRO- Poder, Sobriedad, Elegancia, Muerte, Misterio, Dolor, Pena.
Es el color de la Anciana o la Hechicera, junto con el Púrpura, el último de los tres aspectos de la Triple Diosa.

PLATEADO- Intuición, Serenidad, Sabiduría, Realeza. Es el color de la Luna, de la Diosa Madre

Photomanipulation by me ©2007 DarkMoon

sábado, 17 de octubre de 2009

CIBELES Y MAGNA MATER


Cibeles fue en su origen una diosa frigia adorada en Anatolia desde el período neolítico.

Era una Diosa Madre, cuyo culto adoptaron griegos y romanos, asociándola a Gea y Rhea.

Cibeles era la personificación de la fértil tierra, una diosa de las cavernas y las montañas, murallas y fortalezas, de la naturaleza y los animales.



Se la asociaba también a la diosa romana "Magna Mater", divinidad que se cree que hundía sus raíces en el paleolítico.

Cuenta la leyenda que Cibeles se enamoró perdidamente de un joven de gran hermosura llamado Atis, a quien nombró sacerdote de su templo en Pesinunte, Frigia (Anatolia).
En su condición de sacerdote, Atis estaba obligado a llevar una vida de castidad. Pero en una ocasión rompió su voto al enamorarse de la ninfa Sagaritis, con quien pretendía casarse.
Cibeles, llena de furia y celos, lo hizo enloquecer, hasta tal punto que Atis se castró a sí mismo, lo que le llevó a la muerte.
En torno a esta leyenda se originó una ceremonia religiosa en la que los sacerdotes de Cibeles ("galli"), quienes eran eunucos por deseo propio, ejecutavan unas danzas rituales en las cuales actuaban como si estuvieran posesos o enloquecidos, gritando, gimiendo, batiendo el tambor y entrechocando lanzas con escudos.
Dada la asociación entre Cibeles y Rhea también tendría sentido asociar estas danzas con los "curetes" que habían protegido a Zeus cuando todavía era un bebé (un grupo de hombres que bailaban y hacían ruido delante de la cueva donde éste estaba oculto, para que Cronos, su padre, no oyese los llantos del niño).

Cibeles gozó de un papel más preponderante entre los romanos que entre los griegos.
A instancias de los "Libros Sibilinos", libros oraculares de Roma, se llevó la estatua de Cibeles desde Pesinunte a Roma (204-205 a.C). Sobre su llegada se fraguó toda una leyenda; según parece, el barco que transportaba la estatua quedó varado en el fango del lecho del Tíber, y no había manera alguna de ponerlo de nuevo a flote.
Al mismo tiempo, en Roma, una vestal llamada Claudia se defendía contra la acusación de haber roto su voto de castidad y como prueba de su inocencia retó a los que la acusaban diciéndoles que si todavía era virgen, Cibeles le permitiría liberar el barco.
Claudia colocó su ceñidor en la proa del barco, que finalmente logró desencallar del fango.

A Cibeles solía representársela como a una imponente figura femenina con una corona en la cabeza, montada en un carro tirado por leones, los cuales, según la leyenda no eran otros que
Hipomedes(Melanión, en otras versiones) y Atalanta, pareja mitológica que compitió en nua carrera a pie, ya que Hipómenes, quien quería conseguir la mano de Atalanta, no cesaba de acosarla, y ella había dicho que solo se casaría con aquel que la venciese en una carrera. El astuto Hipómenes, inspirado por Afrodita, la diosa del amor, hizo caer al suelo unas manzanas de oro que atrajeron la atención de Atalanta y la distrajeron de la carrera, la cual perdió. El mito concluye con la unión impía de los amantes dentro de un templo de Zeus, quien, irritado, los convirtió en leones. Más tarde Cibeles, compadecida, los habría uncido a su carro.

La leyenda de Magana Mater es muy similar y probablemente la de Cibeles fuera una adaptación de ésta:
La Magna Mater, la fuente de vida, se enfureció contra su amante Attis (el dios de la vegetación), porque le había sido infiel. Presa de un ataque de celos, Magna Mater mató y castró a su amante, enterrándole a continuación bajo un pino. Tras llorar su muerte le devolvió la vida. Las estaciones reproducen esta historia: la vegetación se marchita en otoño, muere en invierno y revive en primavera, momento en el que tienen lugar las grandes ceremonias en honor de la Magna Mater.

Durante estas celebraciones se baila, se canta y se interpreta música. Los aspirantes al clero se castraban a sí mismos utilizando piedras, reproduciendo así el destino de Atis y ofreciendo su fertilidad a la Gran Madre. A continuación se excavaba un foso al que descendían los iniciados vestidos con togas blancas. Se colgaba sobre ellos un toro vivo y se procedía a su sacrificio. Los iniciados, cubiertos con la sangre del toro, se arrastraban fuera del foso habiendo ya "renacido" en el culto de la Magna Mater.
El culto hacia la Magna Mater llegó a occidente en torno al año 600 adC, procedente de Asia Menor.

martes, 13 de octubre de 2009

RHEA O GEA, GAYA O GAIA



Rhea y Gea (también llamada Gaya o Gaia) son la misma Diosa Madre primigenia, perteneciente a las mitologías griega y romana respectivamente, auinque a veces Rhea o Rea aparece como hija de Gea.
En la mayor parte de las versiones de la creación de mitología griega, Gea, "La Tierra" es uno de los cinco elementos primordiales que surge del Caos.

La Teogonía de Hesíodo cuenta cómo, tras el Caos, surgió Gea, la de anchos pechos. De su propio ser, «sin dulce unión de amor», trajo a Urano, el cielo estrellado, su igual, para cubrirla a ella y a las colinas, y también a Ponto, la infructuosa profundidad del mar. Pero tras esto, cuenta Hesíodo, yació con Urano y engendró a los Titanes Océano, Ceo, Crío, Hiperión y Jápeto, y a las Titánides Tea, Rea, Temis, Mnemósine, Febe la de la dorada corona y la hermosa Tetis. «Tras ellos nació Crono el astuto, el más joven y terrible de sus hijos, y éste odió a su lujurioso padre.»

Hesíodo menciona que Gea concibió más descendencia con Urano. Primero los Cíclopes gigantes de un solo ojo, constructores de murallas, a los que posteriormente se le dieron nombres: Brontes (‘el que truena’), Estéropes (‘el que da el rayo’) y Arges (‘el que brilla’): «Había fuerza, poder y destreza en sus obras.» Luego añade los tres terribles hijos de cien manos de la Tierra y el Cielo, los Hecatónquiros, Coto, Briareo y Giges, cada uno con cincuenta cabezas.

Urano se avergonzó de los deformes cíclopes y hecatónquiros, y decidió encerrarlos en el Tártaro, el mundo de las profundidades y la oscuridad, donde no pudieran ver la luz, y se regocijó de su maldad. Gea sin embargo los amaba, así que incitó a los titanes a que se rebelaran contra su padre. Urano terminó por encerrarlos también en el Tártaro. Gea acudió a ayudarles con las titánides. Pero apenas liberados, los cíclopes atacaron a los titanes y los hecatónquiros a las titánides, celosos de su belleza.

Gea se vio entonces obligada a encerrar por su cuenta y para siempre a cíclopes y hecatónquiros. Gea pidió ayuda a sus hijos, titanes, para vengarse de Urano, pero sólo Crono estuvo dispuesto a cumplir con su obligación. Crono encontró a Urano confiado en brazos de Nix, con la que había engendrado a Tánatos e Hipnos, y le castró con una hoz de pedernal que le había dado Gea, arrojando los testículos tras él. Al salpicar la sangre de éstos en la Tierra, surgieron los Gigantes con armadura (más tarde destruidos por los dioses con la ayuda de Heracles), las Erinias y las Melias (ninfas de los fresnos). Crono arrojó al mar la hoz (que dio origen a la isla de Corfú) y los testículos de Urano, donde produjeron una espuma de la que nació Afrodita. Crono encerró entonces a Urano en el Tártaro junto con los cíclopes y hecatónquiros, a quienes también temía.

Tal como Urano había sido depuesto por su hijo, Crono, así él mismo estaba destinado a ser derrocado por el suyo. Para evitarlo, se tragó a sus hijos tan pronto como éstos nacían. Gea le dio a la esposa de Crono, Rea, la idea que salvaría a su último hijo, Zeus: dar a Crono una piedra envuelta en pañales que pareciese un bebé. Entonces Gea crió a Zeus (según algunas versiones de la historia), quien eventualmente rescataría a sus hermanos y hermanas, tragados por Crono, y también liberaría a los Cíclopes, Hecatónquiros y Gigantes del Tártaro. Juntos, Zeus y sus aliados derrocarían a Crono.

Tras la castración de Urano, Gea parió a Equidna y (según algunos) a Tifón, engendrados por Tártaro. De Ponto, Gea tuvo a Nereo, Taumante, Forcis y Euribia.

Cuando Apolo mató a Pitón, hijo de Gea, ésta le castigó enviándole con el rey Admeto como pastor durante nueve años.

Zeus escondía a una amante, Elara, de Hera ocultándola bajo la tierra. El hijo que tuvo de ésta, el gigante Ticio, es por tanto considerado a veces hijo de Gea, la diosa de la tierra, y de Elara.

Gea también hizo inmortal a Aristeo.

Se cree por algunas fuentes (Joseph Fontenrose 1959 y otros) que Gea fue la deidad original tras el Oráculo de Delfos. Traspasó sus poderes a, según la versión, Poseidón, Apolo o Temis. Apolo es el mejor conocido como poder tras el oráculo, muy reconocido ya en tiempos de Homero, tras haber matado al hijo de Gea Pitón en ese lugar y usurpado su poder ctónico. Hera castigó a Apolo por esto enviándole al rey Admeto como pastor durante nueve años.

Los juramentos prestados en nombre de Gea, en la antigua Grecia, estaban considerados entre los más sagrados.

En el arte clásico Gea era representada de dos formas. En las vasijas pintadas atenienses se la mostraba como una mujer entrada en años medio levantada del suelo, a menudo dando al bebé Erictonio (un futuro rey de Atenas) a Atenea para que ésta lo criase. Más tarde, en los mosaicos aparece como una mujer reclinada sobre la tierra rodeada por un grupo de Karpoi, dioses infrantes de los frutos de la tierra.
De todas formas, tanto Gea "la Tierra", como "Rhea" (cuyo nombre hace referencia al flujo menstrual o al líquido amniótico) son los mismos aspectos de la Diosa Madre primigenia de la mitología griega.

Según Homero Rea es la madre de los dioses, si bien no una madre universal como Cibeles, la Gran Madre frigia, con quien más tarde se le identifica. Su lugar original de culto estaba en Creta. Allí, cuenta la leyenda, salvó al recién nacido Zeus, su sexto hijo, de ser devorado por Crono, al darle en su lugar una piedra, y lo confió al cuidado de sus guardas, los Coribantes. Estos guardias se convertirían más tarde en escoltas de Zeus y sacerdotes de Rea, celebrando ceremonias en su honor. En tiempos históricos la semejanza de Rea y la Gran Madre asiática, Cibeles Frigia, era tan evidente que los griegos resolvieron el asunto considerando a esta última como su única Rea, que había abandonado su hogar original en Creta y huído a las tierras inexploradas de Asia Menor para escapar de la persecución de Crono (Estrabón, 469, 12). También hubo una versión opuesta (Virgilio, La Eneida iii), y es probablemente cierto que los contactos culturales con el continente trajeran a Creta el culto de la Gran Madre asiática, quien se convertiría en la Rea cretense.

En la mitología griega, el símbolo de Rea es la luna. Sin embargo, en la romana su símbolo se conocía como el lunar. También tenía otros: el cisne, por ser un animal delicado, y dos leones, supuestamente los que tiraban de su carro.
En tiempos muy antiguos, era la divinidad suprema, cuya majestad se imponía a los mortales y demás dioses. Más tarde, al quedar victoriosa la dinastía de los olímpicos, el prestigio de Gea no disminuyó. Las demás divinidades la invocaban en sus juramentos: "Pongo como testigo a Gea y al vasto cielo que la cubre", proclama Hera en la Ilíada, al contestar las acusaciones de Zeus. Divinidad omnipotente, Gea no sólo creó el universo y dio a luz a las primeras generaciones divinas, sino que originó además la raza de los mortales. Esa es la interpretación que tiene el mito de Erictonio (primer habitante de Ática), a quien sacó de su propio seno para entregárselo a Atenea. Su poder se manifestaba también a través de su don adivinatorio, el cual se expresaba en Delfos, en el mismo sitio donde Apolo luego ocuparía su lugar.

viernes, 9 de octubre de 2009

LOS GRIEGOS: DIOSES Y HÉROES EN EL FIRMAMENTO

Los griegos fueron unos magníficos astrónomos, herederos de la tradición mesopotámica, persa y egipcia.
Sus aportaciones sentaron las bases de la astrología y la astronomía modernas.
Pusieron nombre a todas las constelaciones del hemisferio septentrional, que en su mayoría tomaron nombres de personajes mitológicos.
Los astrónomos clásicos conocían solo cinco planetas, los cuales han pasado a nosotros bajo su nombre latino (a través de los romanos): el que quedaba más próximo, Mercurio (Hermes), tomó el nombre del mensajero de los dioses por ser el que se movía con mayor rapidez. Venus (Afrodita), la diosa más hermosa del Olimpo, dio nombre al planeta más brillante (después del Sol y la Luna). Marte (Ares) tomó su nombre del dios de la guerra por su color rojo y Júpiter (Zeus) recibió el nombre del más importante de los dioses por ser el más grande.
Los romanos identificaron a Saturno, el planeta más distante para los antiguos, con el titán Cronos. En su honor se celebraban las Saturnales cada vez que el Sol entraba en capricornio (el signo zodiacal sobre el que rige Saturno).
Posteriormente los astrónomos que pusieron a los tres planetas descubiertos más tarde respetaron la tradición. Urano lleva el nombre del padre de Saturno (Cronos), con lo que las tres generaciones de dioses del cielo : Júpiter (Zeus), Saturno (Cronos) y Urano (padre de Cronos) quedaron representadas en el cielo respetando el orden cronológico.
El octavo planeta, Neptuno, descubierto en el S.XIX, tomo su nombre del hermano de Júpiter (Zeus), el Poseidón de los griegos.
El último planeta en descubrirse (1930) lleva el nombre de Plutón (Hades) en alusión al otro hermano de Júpiter (Zeus), dios del inframundo.

Los griegos reconocieron y nombraron, además, cuarenta y ocho constelaciones (en 1928 el número de las constelaciones se fijó en 88). Doce de estas constelaciones, conocidas como las del zodiaco, forman parte de la elíptica imaginaria que rodea la tierra, sin embargo la constelación Ophiuchus también se halla en la elíptica por lo que en realidad serían trece las constelaciones zodiacales.

Cignus, el Cisne, era la constelación que representaba a Zeus transformado en este animal para seducir a Leda, reina de Esparta, quien esta unión puso un huevo del que nacieron los gemelos Cástor y Pólux y Helena y Clitemnestra (siendo Helena y Pólux inmortales e hijos de Zeus, mientras que Cástor y Clitemnestra serían hijos de Tindareo, el esposo de Leda).
Según otras leyendas Cignus, el Cisne, es Orfeo, quien fue transformado en cisne a su muerte y colocado en el cielo junto a su lira (la constelación Lyra). También se relaciona a la constelación del cisne con Cicno, amante de Faetón, hijo de Helios (el dios del Sol), que murió abatido por el propio Zeus al perder el control del carro solar de su padre. Cicno se habría sumergido en el río Erídano para buscarlo tras su muerte, en tantas ocasiones, que los dioses apiadados lo transformaron en cisne y lo colocaron en el cielo en forma de constelación.


Orión, el Cazador, quizá la más conocida de las constelaciones, debe su nombre al hijo de Poseidón y Euríale, a quien por su arrogancia, Hera ( Artemisa en otras versiones) envió un escorpión (representado en la constelación zodiacal de Scorpius) para que lo mordiese en el talón, provocando así su muerte. Desde entonces ambos son enemigos y ocupan posiciones diametralmente opuestas en la bóveda celeste: Cuando Escorpio sale por el horizonte, Orión se oculta huyendo del animal que causó su muerte.
Según otra leyenda fue el propio Zeus quien envió al escopión, atendiendo a las quejas del titán Atlas, a cuyas hijas, las Pléyades, el cazados acosaba incansablemente. O en otas ocasiones se narra que fue el propio Orión quien pisó accidentalmente al animal tras arrancarse los ojos en un arrebato de celos.

Las constelaciones de Canis Major (Can Mayor) y Canis Minor (Can Menor) serían según la leyenda, los perros del Cazador, Orión. La estrella más brillante de Canis Minor lleva el nombre de Procyon que significa "antes que el perro" en referencia a su aparición inmediatamente antes que la estrella del Perro (Sirio), la cuel se encuentra en la constelación de Canis Major.

Lepus, la Liebre, constelación al sur de Orión, se consideraba perseguida por éste.

Taurus o Tauro, el Toro, es una de las constelaciones zodiacales. Representa la forma que Zeus tomó para seducir a Europa , princesa Fenicia, de cuya unión nació el famoso minotauro.


Gemini o Géminis, los Gemelos, no son otros que los ya mencionados Cástor y Polideuco (más conocido por su nombre romano, Pólux) , hijos de Tíndaro y Zeus, respectivamente, con Leda. Pólux rechazó su condición de inmortal si no podía compartirla con su gemelo, así que Zeus les permitió alternar sus días entre el Olimpo y el Hades y los inmortalizó en el firmamento.

La constelación del Auriga es, según algunas leyendas, Mirtilo, hijo de Hermes y Fetusa, auriga de Enómao.
La hija de Enómao, Hipodamia, era célebre por su belleza y numerosos pretendientes acudían a pedir su mano. Su padre, para deshacerse de ellos, los retaba a una carrera de carros, la cual siempre ganaba, pues sus caballos eran de origen divino, siendo el castigo por la derrota, la muerte.
Sin embargo, la joven Hipodamia se enamoró perdidamente de uno de sus pretendientes, Pélope, y juntos sobornaron a Mirtilo para que perdiera la carrera, El auriga cambiólos calvos de hierro del carro por unos de cera, los cuales, evidentemente, no resistieron la carrera y muriendo así Enómao, arrastrado por sus propios caballos.
Tras el accidente, Pélope mata a Mirtilo arrojándolo al mar, razón por la cual éste maldice en su caída a la raza de Pélope y es ascendido por Hermes al firmamento.

Según otra leyenda, la constelación del Auriga representa a Erictonio, quien nació del semen derramado de Hefesto cuando éste intentó violar a Atenea. Educado por ésta habría sido el invento de la cuadriga, razón por la cual la conduce por el firmamento.

Hydra, representa, según la versión más extendida, a la Hidra de Lerna, a la cual se enfrentó Heracles (Hércules), ya que según esta leyenda, cuando Hércules estaba a punto de derrotar a la serpiente gigante, Hera le envió un cangrejo gigante para ayudar a la hidra a derrotarlo, sin embargo Hércules venció y dio muerte a ambos seres, los cuales fueron inmortalizados en el firmamento por Hera en agradecimiento a sus servicios.
La hidra era, en la mitología griega, un monstruo acuático gigante con forma de serpiente e innumerables cabezas.

Según otra versión el origen de esta constelación se debe a que el dios Apolo envía a un cuervo a buscar agua, pero éste descansa en el viaje y, cuando finalmente recoge agua en una taza, trae también una serpiente acuática, como excusa. Según el mito, Apolo se da cuenta del engaño y, enojado, lanza al cuervo, la taza y la serpiente al cielo. Este leyenda explicaba la cercanía de Hydra a las constelaciones de Crater y Corvux.

Cancer, otra de las constelaciones zodiacales, es, como ya hemos dicho, el cangrejo enviado por Hera, junto con la Hidra, con el fin de derrotar a Heracles en uno de sus doce trabajos.

La Ursa Major u Osa Mayor (también conocida como el Carro Mayor o La Hélice) representaba para los griegos, no un oso, sino tres manzanas de oro en el árbol del jardín de las Hespérides (quienes se hallaban representadas en la constelación de la Ursa Minor u Osa Menor).
Las Hespérides ("hijas del atardecer") eran ninfas que custodiaban el jardín de Hera, donde se hallaba un manzano cuyos frutos dorados proporcionaban la inmortalidad
Uno de los doce trabajos de Heracles fue conseguir una de las manzanas de este árbol.
Sin embargo, la constelación de la Osa Menor no fue considerada como tal hasta el S. VI, pues para los griegos eran siete estrellas que representaban a las Hespérides (que en otras leyendas eran solo tres).

Entre la Osa Menor y la Osa Mayor está la constelación del Draco, el Dragón, que representaría a el dragón de cien cabezas que custodiaba el árbol de las manzanas doradas y cuya constelación parece estar protegiendo las «manzanas» de la Osa Mayor. Por otro lado, la estrella Polaris, la Estrella Polar, perteneciente a la constelación de la Osa Menor, estaba asociada por su posición a Atlas, el hombre que sujetaba sobre sus hombros la bóveda celeste, el cual en algunos mitos es padre de las Hespérides, razón por la cual Heracles lo convence para que le traiga una de las manzanas de oro mientras él sujeta en su lugar el cielo. Al volver, Atlas se niega a ocupar de nuevo su lugar, pero Heracles lo engaña de nuevo pidiéndole que le libre de su carga durante unos instantes para poder colocarse su capa sobre los hombros y soportar así mejor el peso. El titán Atlas habría sido condenado por Zeus a sujetar la bóveda celeste pues fue el jefe de los titanes en la Titanomaquia, la guerra entre los titanes (dioses primigenios) y los dioses "olímpicos". Las Híades, un cúmulo estelar abierto dentro de la constelación de Tauro, también eran consideradas hijas de Atlas, al igual que las Pléyades, que también constituyen un cúmulo estelar abierto dentro de la constelación de Tauro. De las Híades, "las hecedoras de lluvia" eran originariamente en la mitología griega las ninfas que cuidaron a Dioniso y que fueron transformadas en estrellas por Zeus. En una versión más tardía se las consideraba hermanas de Hiante, a cuya muerte, desoladas, murieron de pena, siendo transformadas en constelación. Las Pléyades ("palomas") , por su parte, eran siete hermanas, hijas de Atlas y la ninfa Pléyone, niñeras de Dioniso junto con sus hermanastras las Híades, y ninfas del cortejo de Artemisa. En el cúmulo abierto de las Pléyades sólo seis de las estrellas brillan intensamente. La séptima, Mérope, lo hace débilmente porque está eternamente avergonzada de haber mantenido relaciones con un mortal. Algunos mitos también dicen que la estrella que no brilla es Electra, en señal de luto por la muerte de Dárdano (hijo que tuvo con Zeus) . Tras ser Atlas obligado a cargar sobre sus hombros con la bóveda celeste, Orión persiguió incansablemente a las Pléyades, y Zeus terminó por transformarlas primero en palomas y luego en estrellas para consolar a su padre. Se dice que la constelación de Orión sigue persiguiéndolas por el cielo nocturno.

Leo, el Leon, es otra de las constelaciones zodiacales y representa al León de Nemea, hijo de Tifón y Equidna, a quien Zeus inmortalizó en el firmamento para dar fe de la hazaña de su hijo Heracles, quien lo mató con sus propias manos y a partir de entonces llevó su piel (que ningún arma podía atravesar) como capa.

La constelación Cassiopeia recibe su nombre de la esposa de Cefeo y madre de Andrómeda, a la cual también encontramos inmortalizada en una constelación.
La reina Casiopea alardeaba de la belleza de su hija, atreviéndose a compararla con las Nereidas, hijas de Poseidón, el dios del Mar, quien a petición de sun indigandas hijas envió a las costas de Etiopía a Cetus, un horrible monstruo marino que exigió que Andrómeda le fuese entregada.
De este modo la joven fue atada a una roca y dejada a allí a la espera de que el mostruo se la llevase (en algunas versionhes desea hacerla su esposa mientras que en otras simplemente pretende devorarla). Sin embargo, Andrómeda fue descubierta por el héroe Perseo, quien volvía, montado en Pegaso, de acabar con la Gorgona Medusa, cuya cabeza, que llevaba como trofeo, utilizó para terminar con el mostruo (pues los ojos de la Medusa convertían en piedra a todo aquel que la mirase), convirtiéndolo en Coral, y casarse así con la bella Andrómeda.
Perseo y Pegaso fueron inmortalizados también en sendas constelaciones: Perseus y Pegasus.
Pegaso era el caballo alado nacido de la sangre de la Gorgona Medusa cuando Perseo le cortó la cebeza y que fue catasterizado (convertido en constelación) cuando Zeus envió un mosquito para que le picase, haciendo que se precipitase al vacío en medio de su vuelo, pues el arrogante héroe Belerofonte intentaba llegar al Olimpo montado a lomos del caballo alado.



El montruo Cetus también halló su lugar el el firmamento, en la contelación que lleva su mismo nombre, al igual que Cepheus, Cefeo, constelación que representa al legendario rey de Etiopía, esposo de Casiopea (Cassiopeia) y padre de Andrómeda.

Aries, el Carnero, otra de las contelaciones zodiacales, representaba para los antiguos griegos al famoso vellocino de oro, y de decía que su brillo era tan tenue porque el vellocino se quedó en la Cólquide.
Argos, la nave en la cual Jasón y los Argonautas partieron en busca del vellocino también fue inmortalizada en el firmamento en la constelación de Argo Navis, aunque actualmente, por su tamaño, no se la considera una sola constelación, sino que ha sido dividida en tres: Carina, Puppis y Vela (la quilla, la popa y la vela)

Corvus, el Cuervo, es como anteriormente se explicó, el cuervo enviado por Apolo a buscar agua.
El cuervo tardó en volver porque estuvo esperando a que madurara un higo cerca del manantial. Trajo la copa (Crater) y una serpiente de agua entre sus garras y dijo a Apolo que se había retrasado porque la serpiente le había atacado. Apolo, sabiendo que el cuervo mentía, puso a los tres en el cielo: condenó al cuervo a estar sediento siempre, pues aunque la copa (la constelación Crater) está cerca, la serpiente (Hydra) no le permite beber.

Bootes, el Pastor o el Boyero, representaba según algunas leyendas a Filomeleo, hijo de Deméter y Yasonte, y primer agricultor del mundo.
Según otras versiones es Arcade, hijo de Calixto y Zeus y nieto de Licaón, quien se lo sirvió en un banquete al propio Zeus, quien recompuso su cuerpo y lo convirtió en constelación.
A su vez Licaón fue convertido en lobo como castigo y posteriormente convertido en la constelación de Lupus, el Lobo. Aunque esta última constelación era para los romanos una representación, según algunas versiones, de la loba que amamantó a Rómulo y Remo, fundadores de la ciudad de Roma.

Virgo, la Virgen, constelación zodiacal, representaba a Diké, hija de Temis y Zeus y diosa de la justicia. Había nacido mortal y fue puesta en la tierra para administrar orden y justicia. Vivió con los mortales durante la Edad de Oro y la Edad de Plata, pero cuando nació la Raza de Bronce, a la que detestaba, dejó la tierra y subió al cielo.
Corona Borealis, la Corona Boreal, representaba para los antiguos griegos, la corona de Ariadna ("la más pura", quien en un principio fue una diosa de la fertilidad cretense y posteriormente apareció en la mitología como hija de Minos, rey de Creta, y Pasífae, quienes conquistaron Atenas. Los atenienses debían enviarles cada año siete hombres jóvenes y siete doncellas cada para alimentar al Minotauro, un ser mitad toro, mitad hombre que se alimentaba de carne humana y al cual Minos tenía encerrado en un laberinto construído por Dédalo.
En una ocasión, Teseo, hijo del rey de Atenas, Egeo (en otras versiones es hijo del mismísmo Poseidón, dios de los océanos) se ofreció como voluntario para el sacrificio anual, con la intención de liberar a su pueblo de tan cruel tributo.
Otra versión dice que era el propio Minos quien elegía a los jóvenes que servirían de alimento al Minotauro, y, enterado del aprecio que sentía Egeo por Teseo, quiso que él fuera parte del sacrificio.

Sin embargo Ariadna se enamoró de Teseo a primera vista y lo ayudó entregándole una espada mágica y un ovillo de hilo para que pudiese encontrar el camino de salida del laberinto una vez hubiese dado muerte al minotauro.
En algunas versiones Ariadna y Teseo no están enamorados, sino que él promete sacarla de Creta.
Según Homero, tras matar al Minotauro Ariadna fue sacrificada por Atenea por haber rechazado a Dioniso. Según la versión más extendida (Hesíodo y posteriores), tras matar al minotauro y huir con Ariadna Teseo terminó abandonándola en la isla de Naxos, donde Dioniso la descubrió y se casó con ella. De su unión nacería Enopión, la personificación del vino.


La constelación de Serpens, "la Serpiente", que se divide en dos partes: Serpens Caput (representa la cabeza de la serpiente) y Serpens Cauda (representa la cola), era para los griegos la serpiente que tiene agarrada Ofiuco, el portador de la serpiente.
Antiguamente se consideraban a Serpens y Ofiuco parte de una misma constelación.
Ophiuchus (Ofiuco) es considerada hoy en día una constelación independiente. Ofiuco, más conocido por Asclepio, era el dios de la medicina, hijo de Apolo. Era tan hábil en su profesión que se decía que era capaz de resucir a los muertos. Por esta razón Hades, dios del inframundo, fua a quejarse a Zeus, y argumentando que Asclepio estaba violentando el orden natural del mundo, solicitó su muerte. Zeus se vio obligado a darle la razón y atender a su demanda, sin embargo inmortalizó a Asclepio en el firmamento, junto a la serpiente, símbolo de la vida renovada, que en algunas versiones era quien le había revelado los secretos de la medicina. De hecho, Asclepio es representado con el caduceo, un bastón sobre el que se enrollan dos serpientes.

El héroe más famoso de la mitología griega, Heracles, más conocido por su nombre romano: Hércules, también fue catasterizado en una constelación que lleva su nombre.

La constelación zodiacal de Libra, la Balanza, no era considerada como tal en la antiguedad, sino que se consideraba parte de Escorpio (formando su cola), más tarde pasó a ser considerada como la balanza que sostiene Astrea, diosa de la justicia, aunque también se la asociaba con el mito de Hades y Perséfone, el cual explica el origen de los cambios estacionales y la dualidad (luz-oscuridad, vida-muerte...)


La constelación de Delphinus inmortaliza al delfín que convenció a Anfítitre, una de las nereidas, para que se casara con Poseidón, dios del mar. En agradecimiento el dios colocó al animal en el firmamento.

La constelación de Aquila, el Águila, y la constelación de Aquarius (Acuario), estaban relacionadas para los griegos por el mito en el cual Zeus se convierte en águila para raptar al hermoso joven Ganimedes, quien se convierte en escanciador de los dioses.
Aunque según otras versiones la constelación de Aquarius estaría relacionada con uno de los doce trabajos de Heracles, en el cual el héroe tuvo que limpiar los establos del rey Augías, tarea para la cual desvió el curso de un rio.
También se asocia a Aquarius con el mito griego del diluvio universal.


En otras versiones Aquila es el Águila que devoraba cada día las entrañas de Prometeo. Éste fue castigado por los dioses por robarles el fuego para entregarlo a la humanidad, a permanecer atado a una roca y a que un águila le devorara todos los días el hígado (o las entrañas), el cual se volvía a regenerar por la noche para a la mañana siguiente dar comienzo de nuevo a su eterna tortura.
La constelación de Sagitta (no confundir con Sagitarius) representaba la flecha que Heracles disparó al águila que devoraba las entrañas de Prometeo para liberarlo.
Aunque Sagitta también se ha relacionado con las flechas que utilizó Heracles para matar a los pájaros del rio Estínfalo (los cuales tenían garras y picos de bronce), con la saeta que Apolo utilizó para matar a los Cíclopes, o con las flechas de Cupido.


La constelación zodiacal de Capricornius o Capricornio representaba a Amaltea, la cabra (mitad cabra y mitad pez en algunas versiones) que amamantó a Zeus, a la cual el dios colocó agradecido en el firmamento. Según algunos era una ninfa o una ninfa en forma de cabra. Cuando Rea lo escondió para que su padre, Cronos, no lo devorase como al resto de sus hermanos, Amaltea con su hija Adrastea lo criaron con miel y leche.
Algunas versiones cuentan que Amaltea tenía cuernos que derramaban néctar y ambrosía y cuando uno de ellos se le quebró, lo llenaron de frutos para ofrecerlo a Zeus. Es la famosa Cornucopia o Cuerno de Amaltea, símbolo de abundancia.


Piscis, otra constelación zodiacal, representaba para los romanos a Venus y Cupido (Afrodita y Eros) escapando del monstruo Tifón transformados en peces, aunque en su origen esta constelación representaba a una diosa siria mitad pez mitad mujer.


Sagitarius o Sagitario, la constelación zodiacal del Arquero, al cual se imaginaba como a un centauro (mitad hombre, mitad caballo) sosteniendo un arco, era la catasterización de Quirón, el famoso centauro maestro de Heracles y otros héroes como Jasón, Aquiles y Eneas.
Más tarde, Heracles le disparó accidentalmente una flecha envenenada con la sangre de la Hidra en el transcurso de una lucha con los centauros, que huían hacia la morada de Quirón. Tras su muerte fue ascendido al cielo en forma de constelación.
La constelación Corona Australis representaba la corona de laurel que perteneció a Quirón y algunas veces es llamada Corona Sagittarii.
La constelación de Centaurus se asocia también al centauro Quirón, quien nació de la unión entre Cronos y la ninfa Filiria, quien se había transformado en yegua intentando huir de su acoso.

La constelación de Eridanus se asociaba con dos mitos griegos. A veces se consideraba a Eridanus como un río que fluía con las aguas derramadas por Acuario; en esos casos Aquarius miraba a Eridanus (lo que requería cambiar de ángulo y conexión de las estrellas de Acuario para que sus aguas fluyeran hacia Eridanus)
Eridanus se relacionaba también y especialmente con el mito de Faetón, hijo de Helios, el dios del sol, quien tomó el carro de su padre y perdió el control de éste (como resultado, cuando el carro se acercó mucho a la tierra, creo desiertos y quemó la piel de algunos humanos lo que explicaba la piel oscura de los etíopes). Viendo el peligro Zeus intervino derribando a Faetón con su rayo. La constelación Eridanus fue considerada originalmente como parte del camino atravesado por Faetón y más tarde como el río del inframundo en que cayó.

La constelación de Equuleus, el Caballo, se asociaba con el potro Celaris, hermano del caballo alado Pegaso, el cual fue regalado a Cástor por Hermes (Mercurio).































domingo, 4 de octubre de 2009

LAS EDADES DEL HOMBRE ("LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS")


El poeta Hesíodo nos cuenta que en la Tierra vivieron otras razas de humanos antes de la nuestra, todas ellas creadas por los dioses de forma sucesiva.
Al principio de los tiempos, cuando Cronos, padre de Zeus, era dios supremo, existió la raza de los hombre de la Edad de Oro.
Era esta una raza feliz, eternamente joven, libre del trabajo y las preocupaciones.
Sin embargo, murieron durante las terribles luchas que mantuvieron entre sí los dioses. La Tierra los enterró y sus almas sobrevivieron en forma de espíritus guardianes.
Después, tras la derrota de Cronos, Zeus, siendo dios supremo, creo a la raza de hombres de la Edad de Plata, inferiores a los de la Edad de Oro, y cuyas vidas no eran tan idílicas: pues sufrían el frío y la lluvia, ya que el año se había dividido ya en las estaciones, y la Tierra ya no les proveía de alimento de manera espontánea.
Con el tiempo esta raza de hombres se volvió irresponsable y desagradecida, y se negó a hacer sacrificios a los dioses y llegó incluso a tratarlos con desprecio y burla.
Fue por ello que Zeus y los demás dioses decidieron destruirlos.
Zeus creó entonces a la raza de los hombres de la Edad de Bronce, hechos de madera de fresno y provistos de corazones de piedra.
Estos nuevos hombres eran hábiles herreros y artesanos, realizando hermosos objetos con bronce, con el que construyeron armas.
Pero eran una raza violenta y belicosa, y pronto se destruyeron los unos a los otros, yendo a parar todas sus almas al Hades, el mundo de los muertos.
A la Edad de Bronce siguió la Edad Heroica, la cual dio origen a los héroes legendarios de la mitología griega que hoy en día conocemos, una raza de semidioses que habrían sido nuestros inmediatos predecesores.
Cuando murieron, muchos de estos héroes pasaron a ocupar un lugar en el firmamento, en forma de constelación, e incluso algunos de ellos morarían eternamente en el Olimpo, el hogar de los dioses; o bien fueron recompensados en la otra vida llevando una dulce existencia en las Islas de los Bienaventurados.
Finalmente, Zeus creó la raza de seres humanos de la Edad de Hierro, la actual, la cual fue condenada a trabajar y sufrir penurias.
Sin embargo, esta raza está condenada a la destrucción desde un principio, según nos cuenta Hesíodo, y la señal de que el final se encuentra próximo será cuando los bebés nazcan con el pelo canoso y envejezcan de forma prematura.

sábado, 3 de octubre de 2009

PIRRA Y DEUCALIÓN


A pesar de que la historia de Noé es la más conocida,
el mito del diluvio universal es mucho anterior al cristianismo; ya en la mitología sumeria encontramos la historia de Atra-Hasis, superviviente del diluvio, que en la posterior mitología babilónica es llamado Ut-Napishti.
En la mitología griega también encontramos una versión del diluvio universal.
En ésta, Zeus, disgustado por el comportamiento de los hombres de la Edad de Bronce, decide acabar con ellos enviando un diluvio que inunude toda la faz de la Tierra y acabe con todo ser viviente.
Además, Poseidón, dios del mar, hizo que todos los rios se desbordasen y la tierra temblase.
Solo se salvaron Deucalión, hijo de Prometeo, rey de Pitia, y su esposa Pirra, que habían destacado por su bondad y reverencia hacia los dioses.
Fue el propio Prometeo quien les advirtió de las intenciones de Zeus, quien tras ver su virtud, les perdonó la vida.
Deucalión y Pirra se refugiaron en un barco provisto de alimentos, el cual al cabo de nueve días fue a posarse en lo alto del monte Parnaso.
Aunque se habían salvado, ambos se encontraban tristes y solos, perdidos en la inmensidad del mundo.
De repente escucharon una voz proveniente del oráculo que les decía: "Arrojad los huesos de vuestra madre por encima de vuestros hombros".
Estas palabras desconcertaron a la pareja, pues el ultraje de los restos mortales de un antepasado era un gran sacrilegio para los griegos.
Pasaron mucho tiempo dudando, meditando acerca de lo que deberían hacer, hasta que se dieron cuenta del verdadero significado de las palabras del oráculo.
Su madre no era otra que la propia Tierra, y sus huesos eran las rocas.
Así pues, tomando unas cuantas piedras las arrojaron por encima de sus hombros.
De cada una de las piedras que Deucalión arrojó y cayó al suelo nació un hombre, mientras que de las que arrojó Pirra salieron mujeres.
Así, la Tierra se repobló de nuevo.

jueves, 1 de octubre de 2009

ADOLF DE MEYER (1868 -1949)



Campaña de cosmética para Elisabeth Arden, 1927

Educado en Alemania (aunque el reclamó la nacionalidad francesa), está considerado uno de los pioneros dentro de la fotografía de moda. Después de la Primera Guerra Mundial la fortuna de su familia quedó destruída y junto a su mujer, Olga, se trasladó a los EE.UU donde se convirtió en el principal fotógrafo de revistas de moda como Vogue, Vanidades o Harper´s Bazaar. Desgraciadamente la mayoría de sus obras se destruyeron en vísperas de la Segunda Guerra Mundial






 Mary Pickford, 1920




Ann Pennington


 
 Dolores, Follies + frolics, 1918




 
 Dolores


 Hellen Lee, 1920