miércoles, 27 de mayo de 2009

HERA (JUNO)


Art by Thalia Took

Hera (en griego antiguo Ἥρα o Ἥρη) era en la mitología griega la esposa y hermana de Zeus, hija de Cronos y Gea.
Su equivalente en la mitología romana era Juno.
Hera, como esposa de Zeus, era considerada la "reina" del panteón olímpico.
Su culto estaba muy extendido y el primero de cada mes era costumbre ofrecerle un cordero y una puerca en sacrificio.
Era considerada la diosa del hogar, protectora del matrimonio, de la castidad y la fidelidad conyugal.
Entre los romanos, para quienes el hogar y la familia eran instituciones fundamentales, el culto a Hera fue aún más importante que para los griegos.
Bajo el nombre de Juno se convirtió en diosa de la limpieza y el orden, así como del poder, el gobierno y las riquezas.
Era costumbre que los cónsules romanos le hicieran una ofrenda antes de acceder a su cargo.

A pesar de ser diosa del matrimonio, su vida conyugal era caótica, debido a las múltiples aventuras amorosas de Zeus, su esposo. Seguramente por esta razón, Hera castigaba duramente el adulterio, acostumbrada como estaba a sufrirlo en sus carnes.
Casi siempre perseguía con furia a las conquistas de su esposo, hubieran accedido estas a sus favores o no, y a los vástagos nacidos de estos amores ilegítimos.
Zeus, por su parte, siempre trataba de defender a sus amantes y vástagos de la furia de su celosa esposa.
A pesar de este ciclo interminable de infidelidades y celos, Zeus y Hera siempre acababan reconciliándose. Incluso en una ocasión, Hera abandonó a su esposo y se fue a vivir a Eubea (una isla próxima a la costa oriental de Grecia), pero Zeus, ardiendo en deseos de recuperarla, fue en su busca y le suplicó que volviese, prometiéndole fidelidad eterna (promesa que no duró mucho tiempo).
La unión inquebrantable entre Zeus y Hera reflejaba la importancia de la institución del matrimonio entre los antiguos griegos y romanos. Zeus se unió con Hera en matrimonio sagrado tras en su condición de dios del cielo y diosa de la tierra respectivamente. Para conquistarla, adoptó la forma de un cuco y, con el pretexto de tener frio se introdujo entre los pechos de la ingenua diosa, quien terminó siendo víctima de la irrefenable pasión de su hermano.

Cuenta una leyenda que Hera retuvo a Ilitía para evitar que Leto se pusiese de parto, pues el padre de los hijos que iba a tener, Artemisa y Apolo, era Zeus. Las demás diosas presentes en el parto en Delos enviaron a Iris a buscarla. En cuanto puso un pie en la isla empezó el divino nacimiento. En el mito del nacimiento de Heracles, es la propia Hera quien se sienta a la puerta, retrasando el parto de Heracles hasta que su protegido, Ificles, nace primero.
De hecho, también se cuenta que cuando Hera, engañada, estaba amamantando a Heracles (pues su leche confería la inmortalidad), éste mordió con tanta fuerza su pezón, que la diosa, dolorida, lo apartó, dejando que se derramara parte de la leche, la cual se convirtió en la Via Láctea.

En Olimpia, la imagen de culto tradicional de Hera era más antigua que la imagen guerrera de Zeus que la acompañaba. Homero describía su delicada relación con Zeus en La Ilíada (IV 50-67), en la que Hera declara a Zeus: «También yo soy una deidad, nuestro linaje es el mismo y el artero Crono engendróme la más venerable, por mi abolengo y por llevar el nombre de esposa tuya, de ti que reinas sobre los inmortales todos.» Aunque Zeus es a menudo llamado Zeus Heraios (‘consorte de Hera’), el tratamiento que Homero le dispensa es poco respetuoso, y Hera aparece dedicando la mayor parte de su tiempo a tramar venganzas contra las amantes de su marido, defendiendo todas las antiguas reglas correctas de la sociedad y hermandad femenina helenas.

Se representaba a Hera majestuosa y solemne, a menudo en un trono y llevando el "polos" (corona cilíndrica usada por varias de las Grandes Diosas), o como muchas otras diosas, con velo y diadema. En su mano a veces porta una granada (la granada era un antiguo emblema de la Gran Diosa, el cual permaneció como símbolo de Hera), símbolo de la fértil sangre y la muerte. También se la representaba montada en un carro tirado por pavos reales, y a menudo acompañada por Iris, la diosa del arcoiris.

El carro de Hera era tirada por pavos reales, pájaros desconocidos para los griegos antes de las conquistas de Alejandro Magno, llamados por su tutor, Aristóteles, «pájaros persas», no aparece hasta el período helenístico. El motivo del pavo real resurgió en la iconografía renacentista que unificó a Hera y Juno, y que nos es familiar por las obras de los pintores europeos. Un pájaro que había sido asociado con Hera en un nivel arcaico era el cuco (que aparece en el primer cortejo de Hera por parte de Zeus).

Su asociación arcaica era principalmente con el ganado, como una Diosa Vaca que fue especialmente venerada en la ganadera Eubea. Su familiar epíteto homérico βοῶπις boôpis se traduce siempre como ‘con ojos de vaca’, pues, como los griegos clásicos, rechazamos su otra traducción natural como ‘con cara de vaca’ o al menos ‘de aspecto vacuno’. Una Hera con cabeza de vaca, como un Minotauro, sería un oscuro y temible demonio, pero en yacimientos arqueológicos muy antiguos de Chipre se han hallado cráneos de toro que han sido adaptados para usarse de máscaras (ver Toro (mitología)).

A pesar de la importancia de Hera como diosa del matrimonio y arquetipo de esposa, también protectora de los partos, no destaca en su papel como madre. Los legítimos descendientes de su unión con Zeus fueron Ares (dios de la guerra), Hebe (diosa de la juventud), Eris (diosa de la discordia) e Ilitía (diosa de los partos).

Hera, celosa de que Zeus hubiese alumbrado a Atenea sin recurrir a ella , engendró a Hefesto, el dios Herrero sin él.
Pero Hera, disgustada con la fealdad y la deformidad de Hefesto y lo expulsó del Olimpo (en otras versiones es Zeus quien no acepta al hijo de Hera).

Según otra versión alternativa, Hera dio a luz sola a todos los hijos normalmente atribuidos a Zeus y a ella juntos, golpeando su mano contra el suelo, un acto solemne para los griegos, o comiendo lechuga.

Hefesto se vengó de Hera por haberle rechazado haciendo un trono mágico para ella, del que no pudo levantarse una vez se hubo sentado. Los demás dioses rogaron a Hefesto que volviese al Olimpo para liberarla pero éste se negó repetidamente y solo liberó a Hera tras recibir a Afrodita, la diosa del amor y la belleza, la más hermosa del Olimpo, por esposa.
Aunque en otras versiones, el matrimonio de Afrodita y Hefesto es un castigo de Zeus a la diosa de la belleza por no sucumbir a sus insinuaciones.

Su nombre admite múltiples interpretaciones. Hay quien lo relaciona con "Hora", interpretándolo como "lista para el matrimonio", mientras que otros creen que es el femenino de "Heros" ("Señor"). También hay quien considera que su nombre significa "ternera", asociándolo con su frecuenteepíteto "βοῶπις" ( boôpis), "con ojos de vaca".
Otros de sus epítetos eran "thea leukôlenos" (θεὰ λευκώλενος, "diosa de brazos blancos"), "chrysothronos" (χρυσόθρονος, "la del trono dorado") y "eukomos" ("hermosos cabellos").

Hera fue especialmente adorada, como «Hera Argiva» (Hera Argeia), en su santuario situado entre las antiguas ciudades-estado micénicas de Argos y Micenas, donde se celebraban en su honor las Heraia, unos festivales. «Tres son las ciudades que más quiero», declaraba la diosa celestial de ojos de buey (La Ilíada, IV 50): «Argos, Esparta y Micenas, la de anchas calles». Su otro centro principal de culto estaba en Samos. Había también templos dedicados a Hera en Olimpia, Corinto, Tirinto, Peracora y la sagrada isla de Delos.

En Eubea se celebraba en ciclos de sesenta años el festival de la gran Daedala, consagrado a Hera.

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