viernes, 10 de abril de 2009

DIOSAS: ANNA PERENNA


Anna Perenna era una antigua diosa romana del tiempo, comprendido como el ciclo anual.
Su santuario se hallaba junto al rio Tíber, en un bosque a las afueras de Roma.
De su nombre proviene la palabra "perenne" (que es aquello que perdura, lo eterno).

Algunos tienen la teoría de uqe su nombre tiene que ver con el del rio Tíber, ya que "amnis perennis" significaría "caudal eterno". Según otra teoría anna vendría de "annus" (año), haciendo referencia al ciclo eterno del tiempo.

En los Idus de Marzo (comienzos del año romano), el día 15 se celebraba la fiesta de Anna Perenna.
En ese sentido Anna Perenna era la diosa del nuevo año. Se la solía representar como a una anciana.

Según una leyenda Anna Perenna fue la diosa protectora de los plebeyos en su rebelión contra los patricios. Cuando se refugiaron en el monte Aventino, la diosa les proveyo de tortas para que no muriesen de hambre (una costumbre típica por herencia de las celebraciones del equinoccio de primavera de algunos lugares es la realización de estas tortas rituales).

Los plebeyos habrían escogido a esta diosa como protectora porque su santuario estaba fuera de los muros de la ciudad, mientras que los dioses de la urbe serían lo protectores de los patricios.

Anna Perenna es, en algunas versiones, hermana de Dido, la cual se enamora de Eneas para finalmente suicidarse por su desengaño cuando éste parte a cumplir con su destino (Eneas es considerado el antepasado de los romanos, de su descendencia nacerían Rómulo y Remo, fundadores de Roma).

Según la leyenda el rio Numicio se enamoró de ella y la transformó en ninfa de los rios, convirtiéndose así en inmortal.

También hay quien le atribuye el papel de diosa lunar en sus orígenes, representando a la última fase de la Luna (y estando así relacionada con el antiguo calendario romano, previo al solar instaurado por Julio Cesar).

En otro mito Ovidio nos presenta a Anna Perenna como a una anciana que engaña al dios Marte, haciéndose pasar por Minerva, y así acostarse con él, simplemente por el placer de ridiculizar al belicoso dios.



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