La obra del artista Italiano Giuseppe Arcimboldo (Milan, 1527 - 1593) encarna en gran medida el espíritu científico del renacimiento.
Sus cuadros, al igual que los "Gabinetes de Curiosidades" contemporáneos del autor (a los cuales casi nos transportan visualmente), se sirven de distintos elementos que combinados conforman un microcosmos que solo posee sentido en si mismo y en relación con el macrocosmos del que forma parte. Los motivos utilizados reponden a una clasificación metafórica, única y personal, que otorga sentido a sus componentes en base a la interrelación de los mismos.
Se suele considerar la obra de Arcimboldo perteneciente al estilo "manierista". Éste movimiento llevó hasta el extremo los ideales del Renacimiento, que por entonces se encontraban desgastados, casi agotados... y dio como resultado un realismo imposible, de cuerpos retorcidos, posturas incongruentes y anatomías distorsionadas que utiliza colores cálidos pero antinaturales.
Sin embargo la profusión de motivos en la obra del italiano y el abigarramiento de los mismos al formar distintas figuras nos deja ver atisbos del posterior estilo barroco, dentro del que otros le clasifican
Hijo del pintor Biagio, comenzó realizando diseños para vidrieras, si bien su obra convencional, que abarca principalmente temas religiosos ha sido practicamente olvidada, en gran parte debido a la excepcionalidad y rareza de sus otras obras, aunque hay quienes ya ven en ella atisbos del pecualiar estilo que caracterizará sus posteriores trabajos.
En 1560 su fama como artista se ha extendido y se traslada a Praga para entrar al servicio de los Habsburgo, a cuya cabeza por aquel entonces se encontraba Maximiliano II, rey de Hungría y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Pronto es nombrado retratista en la corte, trabajando también como decorador, diseñador de trajes, organizador de eventos...y sorprendiendo tanto al emperador como a sus sucesores, Fernando II y Rodolfo II , con sus ingenios e inventos
Parece que muchos de sus trabajos se han perdido , pues tras su muerte la obra de Arcimboldo fue rápidamente olvidada y sus cuadros considerados como extravagancias, caprichos o burlas. No fue hasta finales del siglo XIX o principios del siglo XX que fue redescubierto y nuevamente valorado, considerándosele una gran influencia dentro del movimiento surrealista y para uno de los máximos representantes del mismo, Salvador Dalí.
De hecho quizá la obra más original e insólita por su estética en el repertorio de Giuseppe Arcimboldo sea "El Bibliotecario" que casi parece antecesora del cubismo del siglo XX.
Una de las primeras series de la que tenemos constancia es "Las Estaciones", de la cual realizó diversas copias entre 1572 y 1573 y que constituye una alegoría de las estaciones representada mediante todo tipo de frutas, vegetales y otros elementos pertenecientes a cada una de las épocas del año que en conjunto conforman cuatro perfiles humanos distintos.
Personalmente, una de las cosas que más sorprendente me resulta de esta serie es el hecho de que el verano, a pesar de la benevolencia con la que normalmente se caracteriza, resulta más inquietante y grotesco que el invierno, considerado la más hostil de las estaciones y que sin embargo, al igual que el otoño, posee cierto toque entrañable en la obra del artista.
Arcimboldo elige perfectamente los elementos que representan cada estación, no solo por su pertenencia a determinada época del año si no por los sentimientos que evocan asociados a ese período. A pesar de que su disposición pueda parecer desordenada y caótica, no es en absoluto casual y está destinada a transmitir un determinado simbolismo.
Posteriormente realizó otra serie de cuatro retratos alegóricos que personificaban los elementos: aire, agua, tierra y fuego. Los tres primeros están formados con las imágenes enmarañadas y entrelazadas de animales pertenecientes a cada uno de los elementos: así la personificación del aire está formada por todo tipo de aves, la de la tierra por mamíferos y la del agua por peces. "El Fuego" está compuesto, sin embargo, por objetos de naturaleza inorgánica relacionados, eso si, con el elemento a tratar, como una pequeña fogata, velas, arcabuces o incluso cañones.
Otro de los elementos comunes entre ambas series es la influencia de los motivos y figuras clásicos, algo que encontramos en casi toda la obra de Arcimboldo, especialmente en dos de sus obras más famosas: "Vertumnus" y "Flora". Ambos son retratos alegóricos de dos deidades romanas, masculina y femenina, asociadas a la naturaleza y el mundo vegetal, cuyos elementos utiliza Giuseppe para representarlos.
De hecho hay quien considera la obra de Arcimboldo un medio de enaltecimiento de la casa de los Habsburgo, pues a menudo encontramos en sus obras símbolos relacionados con la realeza, como los elementos dispuestos en forma de corona, o que hacen clara referencia al escudo de armas de la familia real.
Rodolfo II fue el último de los emperadores para los que trabajó Arcimboldo, y es sabido que el monarca tenía un gran gusto, heredado de sus antecesores, por lo extraño e inusual y se considera su reinado como la edad de oro de la Corte Austriaca. El emperador albergó en su corte a científicos, alquimistas, astrólogos, inventores, artistas y eruditos, reflejando el "racionalismo irracional", mezcla de ciencia y superstición, que caracteriza la época. Rodolfo II poseía un amplio gabinete de curiosidades, resultado del incremento de las colecciones privadas de sus predecesores, en el que Giuseppe encontró inspiración y pudo observar detalladamente muchos de las plantas, exóticos animales y objetos que conforman sus cuadros.
Una de sus obras más debatidas es "El Jurista", donde un inquietante personaje comparte visión con el ojo de un pollo disecado. Algunos creen que podría tratarse de un retrato de Calvino (aunque no se ha llegado a ningún acuerdo sobre quien es la persona representada), ya que en aquella época el imperio se hallaba dividido entre católicos y protestantes.
Las "naturalezas muertas" y "retratos invertidos" de Giuseppe Arcimboldo han trascendido, pues, su propia época y aún hoy en día resultan sorprendentes e inquietantes, conformando una especie de caligrama pictórico que en ocasiones despierta un inicial sentimiento de desagrado o rechazo, ya que los elementos inertes intentan conformar una figura humana, mezclando lo orgánico y lo inorgánico, la vida y la muerte. En todo caso, tanto técnica como conceptualmente su trabajo posee una maestría y un simbolismo innegables.
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