viernes, 26 de febrero de 2010

LOS TRABAJOS DE HERACLES


Heracles (del griego Ἡρακλῆς, Hêraklês) cuyo nombre significa "Gloria de Hera" es un famoso heroe y semidiós perteneciente a la mitología griega, aunque se ha hecho más conocido por el nombre que recibía en la mitología romana: Hércules.
Su nombre latino, sin embargo, no deriva directamente del griego, sino del etrusco Hercle, equivalente al griego Heracles y considerado hijo de Uni y Tinia. Sin embargo en la mitología etrusca Hercle era más que un simple héroe y se le veneraba como a un dios.
En la mitología egipcia se asoció a Heracles con el dios solar de la fertilidad y la justicia Herishef mientras que en panteón fenicio se le asociaba con el dios Melqart.

En la mitología griega Heracles era considerado hijo del propio Zeus y de Alcmena, esposa de Anfitrión.
Anfitrión era hijo de Alceo y Astidamía y por tanto nieto del héro griego Perseo y bisnieto del propio Zeus. Alcmena, por su parte, era hija de Electrión, el rey de Micenas, y prima de Anfitrión.
Estando ambos prometidos, Electrión, el padre de Alcmena, fue atacado por su sobrino Pterelao, quien aspiraba al trono de Micenas. En el enfrentamiento murieron los hijos de Electrión, hermanos de Alcmena, y los dos hijos de Pterelao. Para vengar la muerte de sus hijos, Electrión organizó una campaña contra los tafios, a quienes gobernaba Pterelao. Durante su ausencia el rey de Micenas pensaba dejar como regente a Anfitrión, pero cuando este último regresaba de recuperar unas vacas que les habían robado los tafios, mató a Electrión por accidente, al lanzar un palo o jabalina para detener a uno de los animales que se había desbocado; aprovechando esta circunstacia, Esténelo, rey de Argos, de quien dependía el reino de Micenas, desterró a Anfitrión, quien se instaló en Tebas junto a su reciente esposa Alcmena.
Sin embargo ésta había jurado no entregarse a él hasta que sus hermanos estuviesen vengados y Anfitrión emprendió asi una nueva guerra contra los tafios. La noche que regresaba victorioso Zeus visitó a Alcmena tomando la forma de su esposo y tras anunciarle su victoria yació con ella.
Más tarde, esa misma noche, llegó el verdadero Anfitrión, quien también yació con su esposa.
De esta manera Alcmena concibió gemelos, Heracles e Íficles, siendo el primero hijo de Zeus y por tanto un semidiós y el segundo, Íficles, hijo de su esposo Anfitrión.
En la versión más conocida de la leyenda Alcmena no se entera del engaño de Zeus hasta mucho más tarde, cuando le es revelado por el adivino Tiresias. En otras versiones al decirle Alcmena a su esposo que ya había yacido con él esa misma noche, éste se enfurece y manda darle muerte, sin embargo la pira a la que está destinada es apagada por el propio Zeus y Tiresias convence a Anfitrión de la inocencia de la joven y del origen divino de uno de los niños que ésta lleva en su vientre.

Por su parte, Hera, la divina esposa de Zeus, enterada de esta nueva infidelidad de su marido y furiosa por ella, trató de ralentizar el parto de Alcmena para que ninguno de sus hijos se convirtiera en rey, cosa que hizo según algunas versiones sentándose con las piernas cruzadas y las ropas atadas con nudos o en otras haciendo que fuese Ilitía, la diosa del parto, quien actuase de esta manera, de modo que mientras estuviese en dicha posición Alcmena no pudiese dar a luz.
Al mismo tiempo provocó que Euristeo, primo de Heracles, hijo de Esténelo y Nícipe, naciera prematuramente, convirtiéndose asi en rey de la Argólide, región que comprendía Micenas, Medea y Tirinto.
Finalmente Alcmena pudo dar a luz a sus dos hijos cuando su criada, Galantis, engañó a Hera o Ilitía, diciéndoles que ya habia asistido al niño en el parto lo cual habría provocado el sobresalto de la diosa, que se habría levantado y abandonado así su posición, permitiendo que Alcmena alumbrase por fin a sus hijos.

En un principio Heracles fue llamado Alcides "hijo de Alceo", en honor a su abuelo paterno, hijo de Perseo y Andrómeda y padre a su vez de Anfitrión, nombre que él mismo cambió más adelante por el de Heracles, "Gloria de Hera", bien por iniciativa propia o por consejo del oráculo de Delfos.
Este cambio de nombre es quizá un intento por parte de la tradición mitológica de reconciliar la figura del dios-héroe Alcides, cuya leyenda y características eran similares a las del más tarde llamado Heracles, este último considerado en ocasiones una versión tardía o una transformación del culto al propio Alcides.

En algunas leyendas Zeus, que se había jactado ante el resto de los dioses del Olimpo de que su hijo sería rey de la Argólide, enojado con Hera por su estratagema, habría tomado a la hija de ambos, Ate (que había encubierto a su madre para que retrasara el parto de Alcmena) de los cabellos y la habría lanzado al espacio.

Zeus se propuso entonces que su hijo Heracles se convirtiese no sólo en el más poderoso de todos los mortales, sino que también pretendía convertirlo en un dios; para ello colocó al recién nacido junto al pecho de su esposa Hera, cuya leche confería la inmortalidad, para que ésta diese de mamar al pequeño. Sin embargo Heracles apretó con tanta fuerza el pezón de la diosa que ésta, enfurecida, lo apartó bruscamente de si, derramándose de este modo su leche por todo el firmamento y dando así origen a la Via Láctea.

Enfurecida, Hera se convirtió en enemiga irreconciliable de Heracles, de tal modo que en una ocasión en la que el pequeño se encontraba durmiendo en la cuna junto a su hermano Íficles, Hera envió a dos serpientes para que le diesen muerte.
Advertidos por el llanto de uno de los niños, Alcmena y Anfitrión, o una de las criadas, corrieron hacia la cuna, donde se encontraron con que íficles sollozaba mientras su hermano sostenía en cada una de sus manos los cuerpos de las serpientes, a las cuales había estrangulado.
Según la versión de la leyenda en la cual Anfitrión conocía el origen divino de uno de sus hijos, fue entonces cuando supo con certeza cual de los infantes era el engendrado por Zeus.

La infancia de Heracles transcurrió, por lo demás, sin grandes sobresaltos y Anfitrión se ocupó de su educación como guerrero, enseñándole personalmente a guiar con maestría el carro y a manejar con destreza el arco.

Aunque también hay discrepancias en cuanto al maestro arquero del héroe, ya que son muchos los candidatos que se han citado en este puesto, entre los que podemos mencionar a Eurito; al arquero Radamantis; a Teutaro el boyero; el centauro Quirón o hasta el mismísimo dios Apolo está en la lista de sus preceptores del tiro con arco.

También Cástor es citado como su maestro en algunas fuentes; éste le habría enseñado esgrima, artes militares, táctica y estrategia.

Eumolpo le dio clases de canto mientras que Lino fue su maestro de música hasta el dia en que Heracles, enfadado porque su maestro lo regañaba constantemente lo golpeó en la cabeza con una lira con tal fuerza que, aunque no era su intención, lo mató en el acto.

Heracles debió comparecer por ello ante un tribunal, en un juicio del que salió bien librado citando en su defensa la necesidad de la legítima respuesta a una agresión, de modo que fue absuelto por haber actuado en defensa propia.

Sin embargo, tras este incidente Anfitrión consideró oportuno enviar lejos a su hijo adoptivo, de modo que Heracles fue enviado a guardar rebaños, como pastor, en el monte Citerón.

Allí realizó su primera hazaña, cuando derrotó al León de Citerón, el cual estaba causando enormes estragos entre los rebaños de Beocia.
Una vez hubo dado muerte al animal lo desholló y se hizo una capa con su piel, junto a su bastón de pastor ésta se convertiría en uno de sus típicos atributos, aunque dependiendo de la versión la piel de su capa es la del León de Citerón o la del León de Nemea, al cual no daría muerte hasta más tarde, en el primero de sus doce trabajos.

En algunas versiones, Tespio, rey de Tespia, habria hospedado a Heracles durante los cincuenta dias que duró su cacería del León de Citerón, fraguando el plan de que cada una de sus cincuenta hijas concibiese un vástago del poderoso héroe (en otras versiones pretende agotarlo para que no logre dar muerte a la bestia que asolaba la región).
Tespio lo engaña y a lo largo de cincuenta noches Heracles, creyendo que siempre es la misma mujer, se acuesta con todas y cada una de sus hijas.
Otras versiones hacen que sea el propio Tespio quien solicite sus servicios para acabar con el León de Citerón y como premio le ofrece yacer con sus cincuenta hijas, cosa que Heracles hace en una sola noche.

De regreso a su hogar en Tebas, Heracles se encontró con unos mensajeros de la ciudad vecina de Orcómeno, a los cuales preguntó a dónde se dirigían. Los mensajeros le explicaron jactanciosos que iban a Tebas, a recoger el tributo de cien vacas que todos los años los tebanos pagaban a su señor Ergino, rey de los minias de Orcómeno, en agradecimiento por que no les cortara las manos, las orejas y la nariz. Al oir tales palabras la furia de Heracles fue tal que inflingió a los mensajeros las mismas torturas a las que habian hecho referencia y los envió de vuelta a Orcómeno con las partes mutiladas de sus propios cuerpos a modo de collar.
Como era de esperar los minias declararon la guerra a los Tebanos, poniéndose Heracles al mando de estos últimos.
Heracles derrotó a los minias, dio muerte a Ergino y regresó victorioso a Tebas, convertido en un héroe. Creonte, rey de Tebas, reompensó su hazaña ofreciéndole en matrimonio a la mayor de sus hijas, Megara, mientras que su hermana menor, Pirra, fue casada con íficles, el "hermano gemelo" de Heracles.

Durante su estancia en el monte Citerón, según cuenta en su alegoría el sofista Pródico en "La Elección de Heracles", Heracles habría sido visitado por dos ninfas, Placer y Virtud (o Vicio y Virtud) las cuales le habrían dado a elegir entre una vida placentera y relajada o una llena de dificultades que lo llevaría a la gloria... eligiendo Heracles esta última.

Lo cierto es que el periodo más feliz y tranquilo de la vida de Heracles transcurrió tras su matrimonio con Megara, con la que tuvo tres hijos: Terímano, Creontiades y Deicoonte.
Pero éste fue un periodo breve, pues Hera, cuyo rencor hacia el héroe no habia menguado ni un ápice, aprovechó esta época de felicidad en la vida del héroe para ejecutar su venganza: provocó en Heracles un estado de locura transitoria que se apoderó de su voluntad haciendo que diese muerte a sus propios hijos y en algunas versiones también a su esposa, Megara, y a dos de sus sobrinos.
Algunas leyendas cuentan que también iba a matar a Creonte cuando, apiadada, la diosa Atenea le hizo ver la luz de la razón.
Una vez recuperada la cordura, horrorizado por su propio crimen, Heracles se exilió de Tebas y, bien por propia iniciativa o siguiendo el consejo de su hermano Íficles decidio acudir al Oráculo de Delfos para que este le revelara la manera de expiar su espantoso crimen.
La pitia, sacerdotisa de oráculo por cuya boca hablaba el dios Apolo, le ordenó cambiar el nombre con el que habia sido bautizado, Alcides, por el de Heracles, que significa "Gloria de Hera", en un intento de aplacar a la diosa (en otras versiones es el propio Heracles quien toma esta decisión) y marchar a Tirene, donde debía entrar al servicio de su primo Euristeo, rey de Micenas.

Euristeo, que veia en Heracles un rival que tal vez pudiera arrebatarle el trono, vio entonces su oportunidad de deshacerse de él, para lo cual ideó varias empresas en las cuales el héroe debía arriesgar la vida.

El primero de los doce trabajos (aunque originalmente en la tradición mitológica fueron diez y se añadieron dos en versiones posteriores) que Euristeo encargó a Heracles fue dar muerte al León de Nemea, el cual poseía una piel tan gruesa que resultaba impenetrable para cualquier arma.
Heracles intentó primero dar muerte al león con su arco y flechas, pero viendo que estas no le hacian ni un solo rasguño, utilizó contra la bestia primero un garrote que improvisó arrancando un olivo de raiz y después una espada de bronce, sin obtener tampoco ningún resultado.
Comprendió Heracles que la única forma de dar muerte al León era haciéndolo con sus propias manos, de manera que lo acorraló dentro de la cueva que utilizaba como guarida y una vez allí lo estranguló.


Tras dar muerte a la bestia, trató de deshollarla, para lo cual tuvo que utilizar las garras del propio animal y se hizo con su piel una capa que se convertiría en uno de sus principales atributos (en algunas versiones esta capa está hecha con la piel del León de Citerón, en otras con la del León de Nemea y en otras esta última reemplaza a la primera).

Heracles regresó a Micenas, pero Euristeo se asustó tanto al verlo llegar, sano y salvo y cubierto con la piel de la terrible bestia, que le prohibió volver a entrar en la ciudad, mandó construir una vasija de bronce que escondió bajo tierra y en la que se refugiaba cada vez que se anunciaba Heracles y ordenó que a partir de entonces se le comunicasen sus órdenes a través de un heraldo (Licas o Copreo).

El segundo trabajo de Heracles consistía en dar muerte a la Hidra de Lerna, un monstruo marino similar a una serpiente de múltiples cabezas (el número de estas, según la fuente, varía desde cinco a cien, mil o incluso diez mil, siendo invariablemente la cabeza del centro la única inmortal de todas ellas) y aliento y sangre venenosos.
La Hidra era uno de los monstruosos hijos de Tifón y Equidna y en algunas leyendas hermana del León de Nemea, razón por la cual algunas versiones proponen que fue la porpia Hidra quien pidió enfrentarse a Heracles para asi poder vengar la muerte de su hermano.

Heracles marchó, acompañado por su sobrino Yolao, hacia la guarida de la Hidra, la fuente de Amimone, en el lago de Lerna, bajo cuyas aguas el monstruo guardaba una de las entradas al inframundo.

Heracles cubrió su boca y nariz con una tela para protegerse del aliento venenoso de la Hidra y disparó flechas en llamas a su refugio para obligarle a salir; cuando apareció el monstruo se enfrentó a él con una hoz, con la cual cercenó varias de sus cabezas.
Sin embargo Heracles pronto descubrió que de esta manera no hacía sino aumentar la fuerza de la Hidra, pues por cada cabeza que cercenaba crecían en el lugar dos nuevas.

Heracles pidió entonces ayuda a su sobrino Yolao, quien tuvo la idea de usar una tea ardiendo para cauterizar los cuellos tras cada decapitación. Así mientras Heracles cortó todas las cabezas, Yolao quemó los cuellos abiertos y finalmente acabaron con la monstruosa Hidra, con cuya sangre ponzoñosa Heracles impregnó la cabeza de sus propias flechas, pues no se conocía antídoto alguno para este veneno, que en un futuro podría resultarle, vista la naturaleza de sus trabajos, de gran utilidad.
Tras vencer al monstruo enterraron su única cabeza inmortal bajo una gran roca en el camino sagrado entre Lerna y Eleia.


En algunas versiones mientras Heracles combate con la Hidra, Hera envía a un cangrejo gigante para que estorbe al héroe mordiendo sus talones, esperando de este modo que los dos monstruos le den muerte.
Sin embargo Hercales da muerte a ambos y estos son elevados por Hera en agradecimiento por sus servicios (de hecho en algunas leyendas la Hidra había sido criada por la propia diosa) al firmamento en forma de las constelaciones de Cáncer e Hidra.

Sin embargo, una vez de vuelta en Micenas, Euristeo no consideró válido el trabajo ya que Heracles habia recurrido a la ayuda de su sobrino.
El siguiente trabajo que el rey encargó al héroe fue capturar a la cierva de Cerinia, un animal de extraordinaria belleza, con cuernos de oro y patas de bronce, al cual la propia Artemisa había elegido como una de las ciervas que conducirían su carro, siendo, gracias a su asombrosa velocidad, la única que había logrado escapar. Por esta razón Heracles era consciente de que debía atrapar al animal sin causarle ningún daño, lo cual, tras perseguir a la cierva durante un año, llegando hasta el pais de los Hiperbóreos (donde finalmente esta se detuvo para sacir au sed), consiguió atravesando sus dos patas con una flecha, entre el tendón y el hueso, sin derramar de este modo ni una sola gota de su sangre.


El cuarto trabajo del héroe consistió en capturar al Jabalí de Erimanto.
Esta bestia salvaje devastaba los alrededores del monte Erimanto y el rio del mismo nombre (un afluente del Alfeo) , en la Arcadia (una región de la Grecia Antigua, en la península del Peloponeso, que hoy en día lleva el mismo nombre, siendo la prefectura más grande de la península).

Cuenta una leyenda que de camino hacia Erimanto, Heracles hizo una parada para visitar a su amigo el centauro Folo, quien en memoria de tiempos lejanos compartió con él su comida y su vino.
Pero los otros centauros, seres pendencieros y belicosos, al percibir el aroma del vino que se suponía estaba especialmente reservado para ellos, se enfurecieron y atacaron a Heracles, quien con sus flechas envenenadas mató a varios de ellos.
Sin embargo, mientras Heracles enterraba a sus víctimas, su amigo Folo sacó una de las flechas del carcaj del héroe y la examinó, asombrado de que algo tan pequeño pudiese dar muerte a criaturas tan formidables, con tan mala suerte que la flecha cayó sobre su pie, hiriéndolo de muerte y matándolo en poco tiempo, ya que su punta estaba impregnada por el veneno de la Hidra.
Heracles lo enterró al pie de la montaña que tomó su nombre.
Una vez en el monte Erimanto, Heracles encontró al jabalí y tras perseguirlo durante varias horas, lo acorraló una zona cubierta de nieve espesa y allí siguió persiguiéndolo hasta fatigarlo por completo, tras lo cual saltó sobre su lomo y lo inmovilizó, atándolo con cadenas.


El quinto trabajo de Heracles consistió en limpiar los establos del rey Augías, célebre por poseer el rebaño más grande de toda Grecia.
Hijo, según algunas versiones de Helios, el dios Sol y Naupidame y según otras de Eleo y Eurícida, Forbante y Hermine, o incluso de Poseidón, el dios de los océanos, Augías(cuyo nombre significa significa ‘brillante’) era rey de la Élide.
Según algunas versiones Augías habría formado parte posteriormente de la expedición de los argonautas para recuperar el vellocino de oro, en la cual también participaría Heracles.
Por designio de los dioses el ganado de Augías no sufría de enfermedades, y así llegó a poseer el mayor rebaño de todo el país. Doce toros que le había regalado su padre Helios defendían al resto de la manada, haciendo que el ganado de Augías tampoco sufriera bajas por ataques de las fieras de los alrededores.
Sus establos, sin embargo, nunca habían sido limpiados y Heracles debía de realizar esta tarea en un solo dia.
Euristeo le había encargado esta extraña misión con el fin de humillarle y ridiculizarle, pues tal era la cantidad de excrementos acumulados en los establos que era prácticamente imposible limpiarlos en un sólo día.
Así, pensaba Euristeo, el gran Heracles, vencedor de terribles monstruos, caería humillado ante una tarea tan denigrante.
Pero el astuto héroe cumplió su trabajo abriendo un canal que atravesaba los establos y desviando por él el cauce de los ríos Alfeo y Peneo, los cuales arrastraron toda la suciedad.
Augías montó en cólera, pues había prometido a Heracles una décima parte de su ganado si conseguia realizar el trabajo y se negó a cumplir su promesa alegando que la labor había sido realizada por los ríos. Heracles jamás olvidaría esta afrenta aunque tendría que esperar a finalizar sus doce trabajos para vengarse.
Aunque Fileo, hijo de Augias, dio su testimonio en favor de Heracles ante un jurado, razón por la cual su padre lo desterró, Euristeo tampoco dio el trabajo por válido.
Tras abandonar la Élide Heracles buscó alianzas entre los príncipes de toda Grecia para atacar a Augías, quien nombró a los moliónidas (los gemelos Ctéato y Eúrito, hijos de Poseidón y Molíone) generales de su ejército.
Los moliónidas o moliones aprovecharon una tregua pedida por Heracles, ya que este se encontraba enfermo, para atacar por sorpresa y causar numerosas bajas en el ejército del héroe entre las cuales en algunas leyendas se cita a su hermano Íficles.
Los corintios, aliados de Heracles, proclamaron finalmente una tregua con motivo de los juegos ítsmicos y no sería hasta tres años más tarde que, ya finalizados sus doce trabajos, Heracles pudo vengarse finalmente de Augías y de los moliónidas.
El sexto trabajo de Heracles lo llevó al lago Estínfalo, al noroeste de Micenas, en cuyas orillas vivía una devastadora bandada de aves que se alimentaba de carne humana; poseían picos, alas y garras de bronce y sus excrementos venenosos arruinaban los cultivos.

La diosa Atenea socorrió a Heracles en esta empresa entregándole unas castañuelas o un casacabel de bronce fabricadas por el mismísimo dios herrero Hefesto, las cuales emitían un sonido tan ensordecedor que hicieron salir a las aves de sus escondites, circnustancia que Heracles aprovechó para atravesarlas una a una con su arco.
En algunas versiones de la leyenda, de regreso a Micenas, Heracles es llamado por Euristeo para que lo socorra, pues algunas de las aves que habían escapado se encontraban volando alrededor de su palacio.


Los seis trabajos realizados hasta entonces por el héroe habían transcurrido todos ellos en el Peloponeso, pero para los siete siguientes Euristeo no dudó en enviar a Heracles mucho más lejos y de esta manera el séptimo trabajo del héroe lo llevó hasta la isla de Creta.
Allí debía capturar a un feroz toro blanco, procedente del mar, que expulsaba fuego por sus ollares y que estaba causando grandes estragos en la isla.
Este animal había sido enviado por Poseidón al rey Minos para que lo sacrificase en su honor; pero el rey, cegado por la belleza y el poderío del animal, había tratado de engañar al dios de los océanos sacrificando a otro toro blanco en su lugar. Evidentemente Poseidón se percató del engaño y, enfurecido, hizo que Pasífae, la esposa del rey, se enamorase del toro y yaciese con él, naciendo fruto de esta relación el legendario Minotauro, mitad toro y mitad hombre, tras lo cual hizo que el toro blanco de Creta enloqueciese y devastase la isla.

Así pues Heracles se presentó ante Minos, quien lo autorizó para capturar al toro si era capaz. Heracles consiguió subir a lomos del animal y lo condujo, a través del mar Egeo hasta Micenas, donde Euristeo, aterrorizado, corrió a esconderse en su refugio, mientras el toro corría a sus anchas por el palacio.Finalmente euristeo pensó en ofrendar el animal a Hera, pero esta lo rechazó al ver su ferocidad, por lo cual Euristeo ordenó a Heracles que dejase al toro en libertad, eso si, lejos de su corte.

El toro causó estragos allá por donde pasó. Atravesó la Argólide, cruzó el istmo de Corinto y llegó a Maratón, donde finalmente el héroe Teseo le dio muerte.
El octavo trabajo del héroe lo llevó a la lejana Tracia, al norte del mar Egeo, donde debía robar las yeguas del rey Diomedes, las cuales se alimentaban de carne humana.
Para llevar a cabo esta empresa Heracles reunió a un grupo de voluntarios con cuya ayuda se apoderó de las yeguas. Sin embargo, en cuanto Diomedes se enteró del robo se dirigió con sus hombres en busca de Heracles. El héroe condujo a los caballos a lo alto de un promontorio y dejó cuidándolos a Abdero, uno de los voluntarios que lo acompañaban. A continuación se enfrentó a Diomedes y sus hombres y logró vencerlos.
Sin embargo, cuando volvió al promontorio donde había dejado a Abdero y las yeguas se encontró con que éstas, en la confusión de la batalla, habían devorado al joven. Furioso, Heracles arrojó a Diomedes a sus propias yeguas para que lo devorasen también a él.
Una vez saciadas las yeguas se volvieron más dóciles y Heracles y sus acompañantes las subieron a un barco sin mayores problemas, tras lo cual posieron rumbo a Micenas, donde Euristeo ordenó que se juntase a las yeguas con sus propios sementales, de cuya unión nacerían los corceles más hermosos de toda Grecia.
Cuenta una leyenda que en el viaje de regreso a Micenas, tras hacerse con las yeguas de Diomedes, Heracles hizo un alto en el palacio del rey de Feras, Admeto. Allí se encontró con que la reina, Alcestes, se encontraba gravemente enferma, al borde de la muerte, pues se había ofrecido ella misma a morir para salvar la vida de su esposo, aquejado de una enfermedad incurable. Apolo había prometido salvar la vida del rey si otra persona moría en su lugar y el amor de Alcestes había hecho que fuese la única en aceptar tamaño sacrificio.
Heracles, decidido a salvar la vida de la reina permaneció al lado de esta, en espera de que llegase la Muerte. Una vez la tuvo delante la retó a un duelo, haciéndole prometer que si ganaba dejaría a la reina con vida.
La Muerte aceptó sin dudarlo pues hasta el momento nadie había tenido la osadía de retarla, sin embargo Heracles venció y la Muerte tuvo que retirarse sin ninguna presa.
Tras su octavo trabajo Heracles se habría embarcado también en la expedición de los argonautas para recuperar el vellocino de oro. Durante este viaje le acompañó Hilas, el más famoso de sus amantes masculinos, al cual había hecho su escudero tras dar muerte a su padre Tiodamante, rey de los dríopes.
Sin embargo, durante una escala que realizaron en Misia, Hilas se internó tierra adentro en busca de agua y fue seducido y raptado por las ninfas (en algunas versiones por orden de la propia Hera), siendo finalmente ahogado por ellas.

Heracles lo buscó desesperadamente sin éxito y al ver que ninguno de los dos regresaba (en algunas versiones son tres, ya que Polifemo ayuda a Heracles en su búsqueda) los argonautas continuaron el viaje sin ellos.
El siguiente trabajo llevó a Heracles a tierras aún más lejanas, las orillas del Mar Negro, donde habitaban las belicosas Amazonas. Allí, a petición de Admeto, la hija de Euristeo, debía hacerse con el cinturón de oro de Hipólita, la reina del legendario pueblo de mujeres guerreras, el cual le había regalado el mismísimo dios de la guerra, Ares.
Heracles se embarcó con un grupo de voluntarios entre los cuales se encontraban los héroes Teseo y Peleo, este último el futuro padre de Aquiles.
De como Heracles consiguió en cinturón mágico de la reina de las Amazonas existen varias versiones, según una de ellas, la propia reina, favorablemente impresionada por el héroe se lo habría entregado voluntariamente, mientras que según otras Heracles habría raptado a Melanipa, la hermana de Hipólita y pedido el cinturón como rescate.
Lo cierto es que, una vez Heracles tuvo el cinturón y antes de que partiera, Hera difundió entre el pueblo de mujeres guerreras el rumor de que Heracles pensaba atacarlas o raptar a su reina; Teseo, uno de los acompañantes de Heracles rapta a Antíope o, en otras versiones a la propia reina Hipólita, tras lo cual Heracles y su tripulación logran huir.
Las amazonas atacan entonces Atenas sin éxito e incluso en algunas versiones Antíope muere durante el ataque.

En otras versiones Teseo se casa con Antíope o Hipólita, con la cual tiene un hijo llamado Hipólito. Tras la muerte en el parto de Antíope o tras abandonar a Hipólita, Teseo se casa con Fedra, a cuya boda, en la segunda de las versiones, acude la reina de las amazonas dispuesta a vengarse. Sin embargo el plan de Hipólita fracasa y es asesinada por los hombres de Teseo.
En el viaje de vuelta de las tierras de las Amazonas, a su paso por el estrecho de Dardanelos hacia el mar Egeo, Heracles divisó a una doncella desnuda encadenada a una roca que pedía auxilio desesperadamente.
Tras ordenar a sus hombres que atracasen el barco y acudir al rescate de la dama supo que esta era Hesíone, hija del rey de Troya Laomedonte, y que la habían ofrecido en sacrificio al monstruo marino que, enviado por Poseidón, estaba devastando toda la región.

Tras devolverla a su padre Heracles se ofreció a liberar a los troyanos de tan temible monstruo si a cambio Laomedonte le entregaba los dos corceles blancos inmortales que, segun se decía, el rey había recibido de manos del propio Zeus.
El rey aceptó las condiciones del héroe y este último se enfrentó al monstruo, un adeversario terrible, al cual finalmente logró dar muerte desgarrandole el vientre con las garras de su piel de león (la piel que llevaba a modo de capa y que pertenecía al León de Nemea).

Lameodonte le entregó dos corceles perro el héroe se percató de que no se trataba de los caballos inmortales regalo de Zeus, y que el rey pretendía engañarlo...enfurecido Heracles juró que se vengaría de Laomedonte.
El décimo trabajo de Heracles consistió en robar los bueyes de Gerión (o Geriones), un monstruoso gigante alado formado por tres cuerpos humanos completos unidos por la cintura. Era invencible en la batalla, pues con sus seis brazos blandía tres espadas y tres dagas al mismo tiempo y, desde el aire, utilizaba un arco con uno de sus cuerpos mientras blandía una lanza con otro. Sus tres cabezas le hacían, además, dueño de una gran sabiduría..
En su viaje hacia la isla Eritia, hogar del gigante, al oeste del Mediterráneo, en un lugar indeterminado del Atléntico, Heracles señaló el lugar de nacimiento del mar Mediterráneo erigiendo dos enormes columnas de piedra, una a cada orilla (en lo que hoy es el Estrecho de Gibraltar) que todavía hoy se conocen con el nombre de las "Columnas de Hércules".
Mientras levantaba estas columnas o, según otras versiones, cruzando el desierto libio (Libia era el nombre genérico con el que los griegos se referían a África) el Sol brillaba con tanta intensidad que, Heracles, agobiado por el calor y bañado en sui propio sudor, arrojó una de sus flechas al astro rey.
Helios, el dios Sol, le pidió que se detuviese y o bien Heracles pidió a cambio la copa dorada que el dios usaba para cruzar el mar cada noche, de oeste a este o bien el dios se la entregó agradecido después de que Heracles guardase su arco y se disculpase.
Heracles usó esta copa dorada para cruzar copn ella el Océano y llegar a Eritia, la isla donde habitaba el gigante Gerión.

Gerión poseía un perro de dos cabezas, llamado Ortro, hermano del propio Cerbero (el perro que guardaba las puertas del Hades, el inframundo), el cual junto a un pastor llamado Euritión, guardaba el rebaño de Grión.
Heracles dio muerte a ambos y al propio Gerión cuando este acudió tras haber sido informado por Menecio, el pastor de Hades, de la presencia del héroe en la isla y sus intenciones.

Después Heracles tuvo que llevar al ganado hasta Micenas y durante su viaje, Caco, un gigante sátiro (mitad hombre y mitad macho cabrío) que vomitaba torbellinos de llamas y humo, el cual habitaba una cueva del monte Aventino (Roma) en cuya entrada colgaban las cabezas de los hombres de la región a los que había dado muerte y devorado, le robó parte del ganado mientras el héroe dormía a orillas del Tíber.
Para no dejar huellas que lo delatasen Caco condujo al ganado de espaldas hacia su cueva, donde lo ocultó. Sin embargo cuando Heracles despertó las reses que le quedaban comenzaron a mugir lastimeramente y sus compañeras robadas les "respondieron" desde la cueva. En otras versiones es "Caca", la hermana del gigante, quien lo traiciona y revela a Heracles quien le ha robado el ganado y donde se halla.
De uno o otro modo, tras enterarse del robo el héroe se dirigió furioso hacia la cueva, cuya entrada Caco había bloqueado con una roca enorme que mantenían sujeta unas cadenas forjadas por Hefesto. Heracles se vio obligado a arrancar la cima de la montaña para abrirse paso, y Caco le atacó escupiendo remolinos de llamas y humo, ataque del que Heracles se defendió con ramas de árboles y rocas del tamaño de piedras de molino. Perdiendo finalmente la paciencia, Heracles saltó a la cueva, dirigiéndose a la zona en la que el humo era más denso, agarró a Caco y lo estranguló o lo mató a garrotazos. Después lo enterró y en el lugar fundó un altar donde posteriormente se celebraría el Forum Boarium, un mercado de ganado; además a partir de entonces los habitantes de la región, agradecidos por el fin del gigante, que tenía aterrorizada a tod la población, celebrarían una fiesta anual en honor a la derrota de Caco por parte de Heracles.

Hay que aclarar que en un principio, en la mitología romana, Caco era un dios del fuego, que posteriormente fue "degradado" y pasó a convertirse en un gigante hijo de Hefesto.

Los problemas del viaje de regreso no terminaron aquí, ya que Hera envió entonces un tábano para que picase al ganado, irritándolo y esparciéndolo y después una inundación que elevó hasta tal punto el nivel del Tíber que Heracles no podía vadear el ganado.
Hercales hizo un puente con piedras y, tras matar a un monstruo, mitad mujer mitad serpiente, enviado también por Hera, pudo finalmente proseguir su viaje sin más contratiempos.
Una vez en Micenas Euristeo sacrificó las reses en honor a Hera.

El siguiente trabajo de Heracles consistió en robar algunas manzanas de oro del Jardín de las Hespérides, el cual había sido el regalo de Gea, la Madre Tierra, a Hera con motivo de sus esponsales con Zeus.

El jardín, llamado de las Hespérides por las ninfas que lo guardaban, estaba también custodiado por Ladón, un dragón de cien cabezas que nunca dormía.

La primera dificultad con la que se encontró Heracles fue localizar el emplazamiento del legendario jardín, que ningún mortal conocía.
Para ello Hercales capturó a Nereo "el Viejo del Mar", dios de las olas marinas, a quien obligó a revelarle donde se encontraba el mítico jardín y cómo podía llegar a él.

De camino al Jardín de las Hespérides Heracles se topó con Prometeo, quien, encadenado a una roca, cumplía la eterna condena que le había sido impuesta por los dioses: un águila monstruosa, hija de Tifón y Equidna, devoraba su hígado cada noche, volviendo el órgano a regenerarse al día siguiente para que pudiese proseguir su tortura.
Heracles lo liberó disparando una de sus flechas envenenadas al águila y rompiendo sus cadenas.
Prometeo, agradecido le reveló que el único modo de robar las manzanas del jardín de las Hespérides era con la ayuda del titán Atlas (Atlante).

Finalmente, tras llegar al Jardín de las Hespérides, Heracles se encontró con Atlas, quien castigado por los dioses, sostenía sobre sus hombros el peso de la bóveda celeste. Atlas se ofreció a ayudarlo e incluso a traerle él mismo las manzanas, pues las Hespérides eran hijas suyas, si lo reemplazaba sujetando el cielo mientras iba a buscarlas.

Heracles estuvo de acuerdo y Atlas, tal y como había prometido, volvió con las manzanas; pero, viéndose libre de tan extraordinaria carga se negó a sujetar de nuevo la bóveda celeste y dijo que él mismo llevaría las frutas doradas a Euristeo.
Heracles fingió resignarse y, recurriendo a su astucio, pidió al titán que al menos sostiviese la carga durante un momento mientras el se colocaba en una posición más cómoda. Atlas accedió y Heracles aprovechó para escapar, dejando que el gigante soportase una vez más, y ya para toda la eternidad, tan pesada carga.

De vuelta en Micenas Heracles entregó las manzanas de oro a Euristeo, aunque posteriormente Atenea las devolvería a su lugar en el Jardín de las Hespérides.

A su paso por Egito, en algún momento de su viaje hacia el jardín de las Hespérides Heracles fue eligido por Busiris, rey de Egipto, como víctima propiciatoria para el sacrificio anual que realizaba en honor a Zeus. Sin embargo, cuando el rey iba a clavarle el cuchillo ceremonial Heracles rompió sus ataduras y dio muerte al soberano.

El duodécimo y último trabajo del héroe lo llevó al mismo infierno, el Hades.
Allí Heracles debía capturar a Cerbero , el monstruoso perro de tres cabezas que guardaba las puertas del inframundo.
Para poder llevar a cabo esta última prueba Heracles viajó primero a Eleusis, para ser iniciado en los misterios eleusinos, que lo prepararían para su viaje al Hades.
Después, tras encontrar la entrada al inframundo en Tanaerum y traspasarla con ayuda de Atenea y Hermes, convenció a Caronte de que lo llevase en su barca para poder cruzar el rio Aqueronte, por cuyas riberas vagaban las almas de aquellos que no habían sido enterrados con el óbolo necesario para pagar al barquero y ser transportados.

Una vez en presencia de Hades, el dios del inframundo, éste accede a prestarle a Cerbero siempre y cuando, según las diferentes versiones, no le causara al perro daño alguno y consiguiera domarlo sin ayuda de arma alguna.

En algunas leyendas, durante su visita al inframundio Heracles encuentra a Teseo y Pirítoo, los cuales están allí atrapados, pegados a dos sillas mágicas, tras haber intentado raptar a Perséfone, la reina y esposa de Hades. Heracles logra rescatar a Teseo (quien sin embargo pierde parte de sus muslos, que auedan pegados a la silla, lo que posteriormente se utilizaría para explicar porqué sus descendientes poseían unos muslos excepcionalmente delgados) pero debe dejar a Pirítoo allí pues cuando intenta despegarlo de la silla la tierra comienza a temblar violentamente.

Tras domar al terrible Cerbero Heracles lo condujo al mundo de los vivos, donde la saliva que cayó de la boca del can hizo que en la tierra naciese la terrible belladona.
Euristeo, aterrorizado ante la visión del perro de los infiernos, accedió a liberar de una vez por todas a Heracles, quien, como había prometido a Hades, devolvió a Cerbero a las orillas del Estigia.


Poco duró la libertad de Heracles pues estando en Eubea participó en una competición de tiro con arco que había organizado el rey Éurito, prometiendo la mano de su hija Yole al vencedor, y evidentemente ganó pero el rey se negó a que se desposase con su hija y tras matar a Ífito, hijo de Éurito y hermano de Yole, durante un nuevo ataque de locura, pensando que era él el culpable de que el rey incumpliese su promesa, Heracles debió autoimponerse tres años de esclavitud por recomendación del Oráculo de Delfos como expiación a su nuevo crimen.

Se marchó a Asia, donde Hermes lo vendió como esclavo a la reina de Lidia, Ónfale, que lo convirtió en su amante. En su esclavitud o, según otras versiones, bajo el hechizo de la reina, cuenta la leyenda que Heracles fue obligado a llevar ropas de mujer y a realizar labores propias de una de ellas mientras que la reina vestía la piel del León de Nemea y portaba la vara de olivo del héroe.

Sin embargo, cuentan otras leyendas que en realidad lo que sucedió en realidad fue que mientras Heracles y Ónfale visitaban las viñas de Tmolo, el dios Pan los vio desde una colina, enamorándose de la reina a primera vista. Así, cuando la reina y Heracles se echaron a dormir, habiendo antes intercambiado sus vestiduras, Pan tanteó con delicadeza ambis cuerpos y al sentir la suave túnica de Ónfale creyó, con toda razón, que quién la usaba era ella, metiéndose en la cama sin dudarlo. Sin embargo, antes de que pudiese abrazar a quien creía que era Ónfale, fue arrojado del lugar de una patada.
Pan, avergonzado por lo que había ocurrido, habría inventado la historia de que Heracles, hechizado u obligado por la reina, vestía y llevaba a cabo las labores propias de una mujer.

Durante este período Heracles se enfrentó a los cercopes, traviesos espíritus de los bosques que trataron de robar sus armas. Éstos eran dos hermanos, hijos de Tea y Océano, cuyos nombres cambian según la fuente siendo a veces Pásalo y Acmón, Oíos y Euríbato o Silos y tribalos. Heracles les castigó (en algunas versiones por intentar robar sus armas y en otras por impedir dormir a la reina transformados en moscas) colgándolos cabeza abajo de un palo que se echó al hombro. Así vieron los Cercopes el trasero bronceado tras años de exponerlo al sol de Heracles y se echaron a reír con tantas ganas que éste, divertido, terminó liberándolos.

También derrotó a Sileo, quien obligaba a los extranjeros a trabajar en su viña, y a los lidios, cuya ciudad arrasó después de que estos saquearan las tierras de Ónfale.

Dio muerte a Litierses de Celenes, "el segador maldito", quien obligaba a los viajeros a competir con él en la recolección de la cosecha, decapitándolos después. Heracles fue a Celenes, durante su estancia en el reino de Ónfale, a rescatar a Dafnis, hijo del dios Hermes, éste se hallaba prisionero de Litierses habiendo llegado a esas tierras durante la búsqueda de su amada Pimplea. Para liberarlo Heracles ocupó su lugar en la competición y, tras vencer a Litierses, lo decapitó con su propia hoz.

Sin embargo, aunque la reina se enamoró de Heracles y terminó haciéndolo su esposo (con ella tuvo a lamo, Agelao y Laomedonte), tras los tres años de servicio Heracles volvió en sí como si despertara de un sueño, destrozó las ropas de mujer que lo avergonzaban y regresó a Grecia.
En otras versiones la reina lo liberó como recompensa por dar muerte a una serpiente monstruosa que habitaba el rio Sagaris y asolaba las tierras de Ónfale.

De nuevo en Grecia Heracles decidió llevar a cabo las venganzas que de sus trabajos se habían derivado.

Así, atacó y saqueó Troya para castigar a Laomedonte (que habían intentado engañarle entregándole unos caballos vulgares en luagr de los que Zeus le había regalado, a cambio de que el héroe diese muerte al terrible monstruo marino enviado por Poseidón)y mató a todos sus hijos, excepto a Podarces. Hesione fue entregada a Telamon, uno de los seguidores de Heracles y como recompensa pudo liberar a uno de los prisioneros, eligiendo asi a su hermano Podarces, por cuyo rescate entregó también el velo dorado de su cabeza. Así Podarces cambió su nombre por el de Príamo, que significa "rescatado".
Despues de haber destrozado toda la ciudad y sus alrededores Heracles se alejo de Troya con Glaucia , la hija del dios fluvial personificación del rio Escamandro, y dejó a Priamo como rey de Troya, según algunas versiones por haber sido el unico hijo de Laomedonte que se había opuesto a su padre y le había aconsejado que le entregara las yeguas regalo de Zeus a Heracles.

También llevó a cabo su venganza contra Augías, quien se había negado a entregarle el ganado prometido tras limpiar sus establos (uno de sus doce trabajos), a lo que se sumó más tarde la muerte de íficles, el hermano de Heracles, en una batalla contra Augías y los moliónidas.
Así, aprovechando que los eleos celebraban un festival en honor a Poseidón Heracles tendió una emboscada en la cual dio muerte a los moliónidas y a Éurito, hijo de Augías.
Posteriormente reunió un ejército con el que saqueó la Élide y finalmente dio muerte a Augías, poniendo al desterrado Fileo (el hijo de Augías que había testimoniado en favor del héroe) en el trono.

Durante el último de sus trabajos, en el Hades, Heracles se había encontrado, según algunas leyendas, con Melagro, hijo de Eneo, rey de Calidón y Altea, con el cual había particpiado en la expedición de los argonautas; de éste último se decía que en su nacimiento las Moiras habían anunciado a su madre que su vida estaría ligada a un tizón de leña ardiente y que cuando este se consumiese Meleagro moriría. Sabiendo esto, su madre Altea sacó el tizón del fuego, lo apagó, y lo guardó.
Ya en su juventud Meleagro participó en la cacería del Jabalí de Calidón (enviado por la diosa Artemisa como castigo a Eneo por haber olvidado dedicarle sacrificios a la diosa) , al cual él mismo dio muerte. Sobre lo que ocurrió después existen diferentes versiones, si bien es seguro que hubo una lucha entre curetes y calidonios (ambos pueblos habían particpado en la cacería ) por los despojos del jabalí y Meleagro, que luchaba en el bando de los calidones, dio muerte a sus tios maternos durante la batalla.
Así, según algunas versiones, Atena lo maldijo y Meleagro se retiró del combate, muriendo posteriormente bien porque su madre Altea, horrorizada por el crimen de su hijo, decidió quemar el tizón, bien porque lo hizo su mujer Cleopatra despechada por el amor de Melagro hacia Atalanta o en una posterior lucha contra los curetes en la cual el dios Apolo participaba, partidario de este último bando.
Tras la muerte de Meleagro, sus hermanas lo lloraron de tal modo que Artemisa, compadecida, las convirtió a todas, excepto a Deyanira y Gorge, en aves.
Cuando Heracles se encontró con Meleagro en el Hades este le aconsejó que tomase a su hermana Deyanira como esposa.

Así, tras cumplir sus venganzas contra Lameodonte y Augías, se dirigió a Calidón, dispuesto a pedir la mano de Deyanira. Ésta, sin embargo, estaba prometida por su padre al temible dios-rio Aqueloo, contra el que Heracles tuvo que luchar y al que finalmente derrotó.

Heracles se casó con Deyanira, con la que tuvo a Hiloy con la cual vivió numerosas aventuras pues según nos cuenta Apolodoro era una mujer valiente y belicosa que «conducía un carro y practicaba el arte de la guerra».

Después Heracles retomó algunas de sus particulares venganzas para lo cual se dirigió a Pilos donde reinaba Neleo quien, cuando el héroe mató a Ifito, se había negado a purificarle y por lo que Heracles estaba resentido.
Neleo tenía doce hijos, el mayor de los cuales, Periclímeno, había pedido la expulsión del héroe cuando acudió en busca de ayuda, mientras que el pequeño, Néstor , había apoyado su petición de purificación.
Heracles atacó la ciudad y mató a Neleo y sus hijos, exceptuando a Néstor, al cual puso en el trono.
Más tarde, entre otras mucha aventuras, Heracles tomó la ciudad de Orminio y mató a su rey Amintor, el cual le había negado la mano de su hija Astidamía, que el héroe tuvo la osadía de pedir estando casado con Deyanira. Como botín Heracles se llevó a la princesa, con quien engendró a Ctesipo.
Durante una de sus últimas aventuras, acompañado por su esposa Deyanira, Heracles dio muerte al centauro Neso, quien intentó violar a Deyanira mientras la ayudaba a cruzar el rio Euneo. Sin embargo, mientras Neso se estraba desangrando, atravesado por una de las flechas del héroe, engañó a la joven asegurándole que su sangre era un potente filtro de amor que le devolvería el cariño de su marido si este alguna vez le faltaba.
Cuando Heracles regresó a Eubea para vengarse del rey Éurito, quien había incumplido su promesa al no entregarle a su hija Yole como esposa tras ganar una competición de tiro con arco, dio muerte al rey y raptó a Yole a quien llevó a su hogar como concubina.
Deyanira, celosa de Yole y creyendo qeu había perdido el amor de su marido empapó la túnica de este con la sangre que había recogido del centauro Neso, la cual en realidad era un potente veneno, pensando que esta le devolvería el amor de su esposo.
Así, en cuanto Heracles se puso la túnica que le llevó su sirviente Licas, comezó a sentir un terrible dolor, pues el veneno abrasaba su cuerpo. El héroe intentó despojarse de la túnica, pero resultaba imposible pues estaba pegada a sau piel y cuando tiraba de ella arrancaba pedazos de su propia carne.
El dolor era tan insoportable que, tomando a Licas por los pies, Heracles lo arrojó al mar, tras lo cual decidió acabar con su agonía autoinmolándose en una pira funararia, la cual solo podía ser encendida por su amigo Filoctetes, quien como recompensa recibió el arco y las flechas del héroe.
Deyanira, al ver lo que había hecho se suicidó ahorcándose y Heracles fue convertido en inmortal por los dioses y llevado al Olimpo, donde finalmente sae reconcilió con su hasta entonces enemiga, la diosa Hera, casándose con su hija Hebe.
Los antiguos griegos celebraban el 12 de Octubre la fiesta de la "Herakleia" en conmemoración de la muerte de Heracles.

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